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IG6 Íd hasta la residencia de Be11e.suet, al rereriJu joven, y no obstante Li condiciún de esclavitud en que se hallab:i, 1.0 opusieron h menor difi– cultad. Partió, pues, conmigo y en el c,1mino lnbbmos hir¡1;u y tt>ndido e.obre el asU11to de su libertad. Q,1edú concei'ü1d•1 111 tr,nna de lci li11ída u los dos días de mi p1rtida, sa iccndo disfraz::clo c,i11 rumbo al C:;;1rn y Alejandría. Re;bcté. las cartas de rlc,:Ollll'.illiacit'rn ¡nra i\lrrn,;, I>c,ie;:;ado y el Cónsul frau~s, y, cu,111do ioJo esbb:1 ¡isto, ernpn:11di,nos L.1 mar– cha: pero Uirn circunsürncia inesperad,, nos ddt1\i,: Li car:1v.11w no salía hasta el cu:1rto día. 5. Desp.'did.1.- --Era lleg;,da b hora. A camprrnu t 111ida st: n'u1iiP– ron los monjes para darme el postrer ad ós. Jmná:-; cref ndicani Lr1 hon– do el afecto q¡¡e 111:;; profesaban. Los sollozos ed1t;co1 ta; mi sus p,:h,b1 ,1::, y las IÜ.-,\"rinus s,1rrnban sus llll'.jill:1s, El vi ·ju ,,;,fennJ f111ct:1ab11 entre dos opt1csto;, afe:tos: sentía honJamente 111i partida, pt,ro se aleg;réiba co11 la espera:1za de recibir pronto la medici11a. Me n°g-,Jmo11 buc,n nú– mero de paneL:il!us y una cesta de uvas, y a mi vez puse c11 manos del Abad un,1 moned:1 de oro para que obsequiw,e en mi nombre a los mon– je::,. N,i acertaba:1 a desprenderse de mí; y varios de ellos lllt'. acompa- 1laron lwst1 hs ,¡fu.,,ras del Monasterio. Les dí el último udiós, y se tor– n:iro11 qued:mdo }'O a solas con Miguel y los tres camellos para el equi¡aje. Yc1 era hora; pues ur/.,;ía el as1nto de la fuga y era preciso fijar bien los puntos para 110 err,ir el golpe y salir con éxito de la empresa. Lo mús nHis acert:1do es que te dirijas a Egipto, y con esfas cartas de recomen– dación serás bien recibido. Así puntualmente lo ejecutó. A los dos días de mi p :Jrtida de h residencia de Benesu ,:t, con1enzú Miguel Angel sn odisea, n1111inando sin cesar día y noche por sendas desconocidas hasta d:1r con un:i b:J:'C'l que le llevó al Cairo, y de iil1í a Alejandría, siendo carii1os:1mente reci:iido por Mons. Delegado y el Cónsul francés, a quie– nes ill:1 p·irticular:nente recomendado. De todos estos sucesos no tuve notici'l insta catoret, aiios después; pero doy gracias a Dios que coronó \elizmente esa obrn benéfica de rescate y preservó a aquel joven de las opresoru~. garras de la herejía, haciéndole vaso de elección y ministro de su verd der:1 doctrin:1, pues ordenado sacerdote por Mons. Abucarim es hoy rn1 celoso apóstol del Evangelio en al Cairo. Excusado es decir que su cornzón rebos·1 de a¡1;r-11decimiento por tan extraordinario beneficio, y al enco:1trnrme me s:1luda siL'.lllpre como a su ángel libertador. Actual- 1m,11te el dicho joven s:icerdute es conocido con el nombre de Abad Pedro y tr:1 1 1:1ja con inc:111-;ai)le celo y acendrado espíritu evangélico en L1 viña d.,I Señor,

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