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Traducción del ;\l. R. r. J\1arcos de Escalada 1&5 --- dadas a su cuidado. Oisi a la par recibí carta del Padre León informán– dome d~ h,,ber recibido orden terminante del Gobierno inglés de que saliese de las islas y abandonase un territorio que no le competía. Una pequefi'l tur0dciúi1 vino a empañar el cuadro de mis designios, pero no por e,o rebrdé mi partida: Escribí en seguida a la Sagrada Congrega– ción de Prnpaganda exponiendo detalladamente el caso, el estado y ne– cesidaJe, de la población de aque las islas y los motivos que me induje– ron a enviar al misionero Padre León. Luego me dirigí también por carta. al O )ispo de Mauricio defendiendo mi causa, y acentuándole los inconvenie11-es de su recurso a un Gobierno civil antes de notiticármelo a mí y a los Superiores eclesiásticos de Roma. Finalmente le decía, que la cuestión estab3 yii en man()S de la Sagrada Congregación, quien re– solveria lo müs oportuno y conveniente. 11. Proyectos _r¡ recomendaciones.--Dos asuntos de capital interés me recomendó en Alejandría el obispo católico copto .Mons. Abucarim: (lUe no dejase de visitar el Monasterio de San Antonio, y que a mi paso por el Alto Egipto hiciese un esfuerzo a fin de atraer al catolicismo a los obispos coptos de aquella región. Alguno de estos prelados babia dado :señales de sincera conversión y era de esperar eficaz resultado; y en cuanto a la visita al Monasterio, tenía por objeto, aparte de satisfacer una piadosa devoción con los recuerdos del Santo patriarca anacoreta, librar de vergonzosa esclavitud a un joven antiguo alumno de la Propa– ganda llamado Miguel Angel. Ambos asuntos esta'uan er,izados de difi– rnltades, principalmente por mi condición de desterrado de aquellos paí– :ses; pero un súbdito francés vino a deshacer todas mis dudas y perple– jidades, abriéndome puerta franca para realizarlos. Por una suma pecu– niaria se me ofreció a agenciar todo lo preciso a ese fin, que oonsisll:ía en alcanzar recomendación del patriarca copto y de sus más influyentes subalternos para los obispos coptos del alto Egipto y los abades de am· bos Monasterios. No ~ me ocultaba que el citado patriarca, amigo y protectior de Salama, había enviado en mi persecución con poderes de prenderme al abad del monasterio de San Antonio, adonde precisamente ünltentalrd lleganne y de ahí m1 repugnancia a hacer acto de presencia ·a11:te dicho patrhirca. Presentóse, pues, el referido súbdito francés en •calidad de agente exploratlor y bajo el seudónimo de Jo~e Bartorelli, -sin dificultad obtuvo las recomendaciones apetecidas. Cerré el oontrato :hecho entregando a éste una buena propina, junto con la su:ra conve i– da y me dispuse a desempeñar el pi!pel de Jorge Bartorem. Púseme al habla con el Jrag-omán del consula'.lo inglés Hanna Mesarra, quien me ·buscó una barca de toda sn «mfianza. Hízo:st -el mntrato e11 l 1 eng11a ára– •de e italiana con el capitán de la barra y prevenido de cuanto había me– :nester emprendí la mardm rfo arriba.
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