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1-1·1 Mis treinta cinco años de :\lisiún en la ,\Ita Etiopía en Lyon el asunto de los sub:-,idio::, necesarios para la ,\lisi(rn de Aden y la de los Gallas. ,\lis gestiones surtieron efecto y desde entonces puedo decir que no les faltaron socorros a estas ,\lisiones de p·1rte dt•l Co1Isejo de la Propagación de la Fe de Lyon. Lo único que me traía ,én penas era 1::I recuerdo de mis hermanos perseguidos en la Abisi1Iia y el terrible paso atrüs dado con la expulsión de los misioneros de Tebda-Ivlariam. 15. Noticia oficial de la persecución. --Por fin llegó carta de mis padres misioneros confirmando cuanto sabía de la persecución. Fué el motivo de esa desencadenada tempestad la inquina del clero hereje con– tra la 1\lisió11 Católica. El clero, a fuerza tk intrigas y calumnias soli– viantó al pueblo en masa, y ... ya cíe sabe lo que es an pueblo enfurecido e ignorante. Los Misioneros huyeron a la desbanda(la, el P. C(:sar hacia el Goyam, el P. Justo a Betlihem. y el P. relicísimo a Massawah, donde a la sazón me estaba esperando. Cual navecilla fllert(~mente combatida por contrarios vientos se hallaba entonces mi ánimo, agitado por el cons– t:1nte vaivén de encontrados pensamientos. sin saber a que puerto aco– germe. La situaciún de mis Padres misioneros era en extremo crítica, y mi corazún anhelaba vivamente darles la mano; en Roma me aguardaba de un día a otro el Padre Santo y mi Reverendísimo P. Genera 1, y dos de mis caros amigos, por mí venerados y ü,nidos como múrtires de la justicia, me rodeaban con halagüefias promesas, disuadiéndorne con in– sisfrncia el regreso al Africa. Cruelmente agitado por estos encontrados vientos, pedí a Dios resoluci(m y acierto, y, despidiéndome por breves días de mis amigos, me encaminé a Marsella 1G. Ejercicios espirituales.- -Era el 10 de Marzo de 1851. En Marsella hice dos visitas para negociar otros asuntos: una al Armador Regís, quien me pidi(i informes de la nave dA1 Cirn11uille" y de su ca– pitün, pues ignor:,ban el paradero de ese buque y de toda su tripulació11, y la segunda visita fué al Sr. Vidal, rico propidario nil\'Íero y gran bienhechor mío. Me encern" desput'S en riguroso rdiro por unm, diez días, encargando a mi secretario despachase los asuntos viabl,;s y de menor importancia y estudin~e los que le parecieran de nwyor urgt'ncia. Aquí en el santo recogimiento y bajo la direcci(rn d,: un confl'sor ex– perimentado compulsé todas mis dudas y perplejidades, rt'.cogi todas mis potencias. reflexioné, oré, consulté y pedí al St•iior luz y ayuda. y puse fin a mis ejercicios con una confesión general exponiendo lisa y llmiamPnte a mi confesor la lucha e indecisión que embargaba mi ünimo. El ministro de Dios iluminado, quizü por celestinl luz después 1 e razonada prueba del origen de mi arraigada vo:::ación a las 111isio1ws t'ntre infielPs, me dijo con resolución: Es preciso 1 ¡ue os vayáis cuanto antes al campo dl' n1es– tro apostolado, y pongüis en salvo la vocación qtH' recibi_,;teis de lo alto. 17. Despedida.--· Sin escuchar por 1rnís tien,po los engafiosos silbos de la encantada sin·1rn, escribí las rarbs de dt~SiJl·didn al Padre Santo, a mi ReYerendísimo Padre (iPneral y al Prefecto de L Sagrada Congre- :\Ja~~aia, autor de t~~ta:o, .:\lPrnoría~, pa~ú por <lPcn•lo dt1 la Saµ:rada Congrt•g-acic·rn t'll 8 dt· Ft>l11•p1•0 tlP 18Ji:\ a :it'l' 1k la pro,·ineia ~·ap11china dP :,.;an Lui:i dt' Francia. y t'll !I di• Od11IH'I' .. te• l~Sli por otro d1·c1•f•lo ,le la mi.-;ma Saµ-rad,1 CongTí'gacion :--,· liíD) cargo dí' Pila la pro– '\'i1u-:a tlP capuchino:,; tlf' Tolosa dt' Francia, 1¡nr- f•:-- quit·n acl11almt•nle la ri~e y so~lir•- 111• ('>. ilPI T).
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