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Traducción del 1\1. R. P. i\\arcos de Escalada 141 ternura y cariño de padre. Hice después mi visita a la Embajada francesa. cuyo representante, al ver la recomendación del ministro de su nación. se deshacía en atenciones y agasajos conmigo, importunándome a que me alojara en el palacio de la Embajada. Rehusé con hacimiento de gracias tan señalado favor y tomé alojamiento en una fonda, a fin de estar más desembarazado para negociar mis asuntos misionales. Por idéntico mo– tivo eludí la hospitalidad qut: con insistencia me ofrecieron benévolos y can,cterizados italianos residentes en Londres. Con todo. debo hacer constar que tanto en la Embajada francesa como en el pah1cio del Car– denal, tenía a mi disposición sendas habitaciones a las que con plena li– bertad podía acudir, para el tranquilo despacho de mis negocios; y en mis salidas de casa siempre fuí acompañado, ora del Secretario de su Eminencia, ora del Canciller de la Embajada. n. Mis imprPsionPs en LondrPs. -· Fueron en general optimistas. y los n'sultados de mis gestiones corrieron parejas con mis trabajos. Mucho tengo que agradecer al Cardenal Wisemün y a la Embajada fran– cesa. pero debo advertir que en lglaterra se escnchaba con gusto todo cuanto se refería a los asuntos del Oriente, y conforme a esa traza se atendía y desp<1drnban los negocios. Presidía el Gobierno Lord Pal– merston, con pujos de rey mejor que de ministro, y con él hube de enten– dernw a la vez que con el ministro de Estado y de Marina. Con ellos depuse la careta del i1,cógnito y les manifesté mi cualidad de obispo y Vicario Apostólico de los Gallas y de Aden, a fin de dar a mis demandas mayor interés. Desput,s de escucharme breves momentos, exclamó el presidente de ministros: El Gobierno inglt:s está altamente satisfecho de la Misión Catúlica dt' Aden. Aprovechtc' entonces la ocasión para pedir su reconocimiento oficial por parte del Gobierno. y al punto se me con– cediú, asig1Híndola un presupuesto adecuado para su sostenimiento y desarrollo. A trnís de exponer largamente de palabra todo el estado de la Misión y las mejoras introducidas, extendí por escrito una larga y bien pensada memoria acerca de lo mismo, a fin de que pudiese quedar archivad:, t'n los respectivos ministerios y se previniesen las dificultades que e11 mlelante pudieran surgir. Tanúién redacté otra pequeña memoria dirigida a la reina madre. en demanda de algún socorro pecnniario de su fondo partirnlar. En el curso de estas conversaciones y visitas. en qut: exponía con calor el e,)tado de aq11ellas misionc~s y la~ circunstancias por que atrave– saban aquellos pueblos, rogúron111e varios p 0 -rsonaj('S hiciera públic,1s mis apreciaciones en oportunas conferenciHs, que seguramente habrían de llamar grandemente In atencióti del pueblo inglés, disponiéndole a mi favor en lwneficio ¡fo las misiones por quit•nes abogaba. Remitíles a la memoria que se é~sü1ba imprimiendo en París sobre ese asunto, y esta fué la ocasión en que les prometí los diez ejemplares de que arriba hice menci<'m. Estos fueron, relatados a la ligera, los asuntos que traté en esos días en Londres, y quiero consignar aquí mi profundo sentimiento de admira– ción y d,, gratitud por las atenciones de que fuí objeto en la populosa ciudad. usí como la grave impresión que dejó en mi ánimo la vista pano– rárnicn de la gran metrópoli inglesa (la Babilonia de nuestros días), y de

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