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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada 139 providencial entrevista con el célebre Cardenal Wiseman. Traía Y.º en cartera importantes asuntos que tratar en Inglaterra. La presencta en Roma del renombrado escritor Wiseman, arzobispo de Wesminster, con motivo de la solemne imposición del Capelo Cardenalicio, me abrió el camino para el fiel despacho de esos mis urgentes negocios. Comuniqué mi pensamiento al bondadoso Pío IX, y et Soberano Pontífice me ofreció su incondicional apoyo, presentándome él mismo al Erninentís'mo Carde– nal con una amabilidad que jamás sabré agradecer bastantemente. N1w,;– tra entrevista tuvo lugar en el mismo palacio Vaticano y desde aquella hora nos unieron lazos de estrecha y cordial amistad. La Sagrada Congregación me había indicado el proyecto de fundir en una Misión la del Africa Central con la de lo::, Gallas. Semejante obligada fusión no carecía de dificultades, máxime por lo distanciado lle ambos centros entre sL pero mis urgencias me llamaban en otros puntos y sin tiempu para examinar detenidamente los inconvenientes y ventajas de esa unión, reservé mi juicio por entonces, y encomendando el joven Jorge al Rector del Colegio de la Propaganda para su instrucción y edu– cación partí para Francia. 6. En P'rancia. ---Desembarqué en Marsella, marchando luego en dirección a Lyon, sede del Consejo General de la Propagación de la Fe. Expuse el estado de la Misión de Aden. advirtiendo la conveniencia de que los subsidios enviados a t:sa Misión fueran enterarnente separados y distintos de lo:' de la Misión Galla, de la cual sería 11uizás muy en breve des\;ajada. En París abogué también por el mismo asunto ante aquel Consejo de la Propagación de la Fe, y el barón D'!Iavelt, su presidente, me dispensó favorable acogida. En su palacio tuve la satisfacción de saludar a Monseñor Valerga, patriarca de Jerusalén, con quien en a {'– lar.te me unieron estrechos lazos de cordial amistad. Visité en compañía del barón D'Havelt a los representantes de algunos ministerios y hasta al mismo Presidente de la República, Luis Napoleón. Dejo consignado en el Capitulo IX de esta5 mis Memorias como a mi paso por Hodeida escribí al Gobierno francés, a ruegos del jerife de la ciudad, interesün– dome por sus asuntos reclamando protección contra la Sublime Puerta, qne alardeaba de soberanía en Abisinia y, sin prestar oídos a las quejm; del citado jerife, conculcaba los fueros y derechos de la población. Nada volví a saber de ese asunto y hasta se me había borrado de la memoria. En las visitas que ahora hice a los Ministerios torné a recordarlo, por las preguntas que con vivo interés me hicieron personas de prestigio, a quienes preocupaban los negocios del Oriente africano. Sin pretenderlo voló mi nombre por todos los centros de importancia y me hice famoso .. acercándo~eme todo lo más granado de la ciudad e importunándome a qne hiciera pública mi opinión y apreciaciones sobre el estado actual del Oriente, y sobre su porvenir, dadas las presentes circum,tancias. lnvh táronrne a diversas reuniones diplomáticas y a suntuosos banquetes, de¡ que no pude excusarme, y hube de exponer francamente mi leal opinión sobre esos importantes asuntos, aportando datos, deduciendo consecuer1;.. cías, refiriendo el sentir de los indígenas y echando mi cuarto a esp1idas acerca de lo que podía hacerse en lo venidero. Mis apreciaciones vola– i;on con rapidez por los cuatro costados de la ciudad. dejando honifa im-l
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