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8 Mis treinta y cinco años de Misión en la_A_I_t,_a _E_ti_o_,_p_ía_____ al parecer vigorosa naturaleza. De repente se sintió atac?.do de una pa– rálisis cardíaca que, acrecentándose ráp idamen te y a pesar de los auxi– lios de la ciencia, le puso en pocas horas al borde de la t umb a; y recibi– dos con edificación adm irable los S antos S acramen tos, entregó su pre– ciosa alma al Señor el día 6 de Agosto de 1889 en San J orge de Crenrn– no (Nápoles) . Esparcida la triste noticia por lc1 población y habida licen– cia del Cardenal Arzobis po de Nápoles, se convirtió la habitación del difunto en capilla ardie nte, celebrando allí el santo sacrifi cio de la Mis<1 varios sacerdotes de uno y otro clero. SU TRASLACIÓN Y SEPULTURA El cadáver, por mandato del Sumo Pontífice, debía ser trasl ada do a Roma , donde serí.:J inhumado. Para eso SP. encerró su cuerpo en triple cc1 ja con un pergamino escr ito dentro de la inferi or interna, en que firma– ban los personajes siguientes : limos. y Rmos. Sres. D. S alvador Bressi , capel lán arzobispo de Otran to y D. Origo, Protonotario apostólico; Rmo. P. Tomás de Forlí , Definidor General y Delegado al caso; M. R. P. Jucundo de Montorio, Secretario General; M. R. P. David de Pinerolo, capellán del Cardenal difunto; Dr. D. Modestino del Gí:igo, médico; D. Lu is Amirante, amigo y devotís imo del C arden al en cuya casa se hallaba hospedado, y por último, e l M. R. P . J acinto de Troi na, secretí:1- rio particula r. En la caja exterior, se puso una inscripción en lengua vulgar itali ana, que decía: DESPOJOS MORTALES DEL CARDENAL GUILLERMO MASSAIA, CAPUCHINO APÓSTOL DEL AFRICA ORIENTAL MUERTO EN SAN JORGE DE CREMANO EL DIA 6 DE AGOSTO UE 1889 Sus mortales restos fueron ll evados al cementeri o de Roma in agro verano, donde reposaron por algunos años en un monumen to reservado de la Propaganda, esperando ulterior destino. Celebráronse sus exe– quias con toda solemnidad, asistiendo a ellas varios prel ados y algunos Cardenales con los Superiores de la Orden y multitud de fieles. Así murió aque l grande apóstol y eminente Purpurado de la Iglesia, lleno de lauros inmortales, conseguidos en el largo espacio de treinta y cinco años de difícil apostolado entre pueblos infieles y enemigos declarados del nom– bre cristiano. Sin duda que hoy goza ya feliz y dichoso en la pa tria bienaventurada el premio merecido a sus t rabajos y fa ti gas. Actualmente se está preparando el proceso de su beati ficación, y Dios qui e ra que veamos pronto en los altares al que fué modelo y ejempla r de sus he r– manos, y será siempre su más propicio aboga do en el cielo .

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