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Traducción del M. R. P. Marcos de Escalada í este mundo; pero el Sumo Pon tífi ce León XIII quiso ensa lza rl o de algum1 manera aquí en la ti erra, y le elevó a la dignidad 8rzobispa l de Stauró– polis in partibus infidelium , y poco después a la Sacra Púrpura Célrde– nalicia el JO de Noviembre de 1884. El arzobispo fray Guillermo M::.ssaia, creado Cardemil de la S. R. l. del títul o de San Gervasio y Protasici, cambió el birrete, pero no la vida ni el hábito franciscano, que siempre llevó. Afable y benigno con todos, ganábase el afecto de cuantos ven ían a visitarle con su conversación amena, senci ll a y delei tosa, procurando mezclar en ella palabras de alien– to y exhortación a la vi rtud; por manera que sus misrnas conversaciones familiares eran un con tinuo aµostolado. ESCRIBE LA RELACIÓN DE SUS MISIONES En este retiro y soledad no se ocupaba más que de la orac1011, espe– rando únicamente el llamamiento del Seiior para la otra vida, cuando recibi ó nrnndato de los Superiores y del mismo Sumo Pon tífice de que escribiera lu rel1:1ció11 de sus Misiones. Causa verdadero asombro que un anciano encorvado ya por los aiios, agobiado de achaques y, sobre todo, privado en absoluto de documentos, pudiera escrib ir tanto y tan minucio– samente como leemos en sus descri pciones. Pues en su Magna Obra de doce volúmenes in folio da cuE:11ta de ta ntos sucesos, anécdotas, creen – cias y usos populare~, y con tal precbión de fechas, tiempos y lugares, que admira verdaderamente lo que era aquel grande hombre, y las sin– gulares y privilegiadas dotes de que Dios le había en riquecido. Los seis primeros volúmenes aun logró él mismo con su puño y letra redactarlos; mas los restan tes, a causa del agotamiento de sus fuerzas, hubo de hacerlo su secretario particular, el P. Jacinto deTroina, entresa– cándolos de los apuntes y manuscritos que el san to Cardenal dejó borro– neados; ai"íadió también al final, como digno remate de tan provechosa obra, un compendio de la vida prodigiosa del que fué en todo heredero del espíritu apostólico de N . P. San Francisco, describiéndonos a mara– villa las privilegiadas dotes y excelentes virtudes Je este misionero insigne y eminente príncipe de la Iglesia. SU MUERTE Dos años antes de su tránsito a la otra vida, el Cardena l Massaia sin ti ó agravúrsele la enfermedad que padecía del renma, mezclándose ahora con una congestión cerebral, de modo que apenas le permitía dar un paso, por lo que rarisimamen te salía del pa lacio de la Propaganda, en donde moraba. Solamente en esté tiempo se le vió salir, y aun casi en brazos ajenos, a la sal a de beatificaciones, cuando tuvo luga r la del Beato Félix de Nicosia. Durante el ca lor del verano, s;.i lió esta vez, como de costumbre, fuera de Rom::i, yéndose este último aiio de su vida a tomar los aires de Nápoles en casa de su íntimo amigo, el Sr. D. L uis Amirante. Agasajado y cuidado con exquisito esmero, parecía de día en día rejuve– necerse de nuevo, siendo de grnnde consuelo y satisfacción para aquellc1 egregia familia; mas los años habían minado n,uy oculiamente :iqué lla,

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