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Lector... Te imagino uno más de los fervorosos cabaHeros que el día de 1 a Inmaculada hallaron tiempo para oir mi charla en el Palacio Episcopal de esta ,ciudad de Salamanca. Lo que a ellos dije, te voy a decir a ti. No con aquella comunicación viva, con aquel diálogo cie alma a alma que brota es– pontáneo en esos momentos en que nos sentimos comprendidos. Pero sí con la misma ideal Husión de llevar a tu mente de cristiano un tema, el primor– dial del cristianismo, el que nunca podemos poner en segundo término: el tema de la caridad. "En esto conocerán que sois mis discípulos, si tencis ca– ridad unos para con otros" (Joa., 13, 35), dijo Jesús en la sobremesa de despe– dida el primer jueves santo de la historia. ¿Lo tienes ol 1 vidado? .. , Tal vez pienses que una charla sobre la caridad está m€jor en otro día que en el de la Inmaculada. Te r€spondo que hay en verdad otros muy a pro– pósito dentro de ese admirruble año litúrgico que tanto nos entusiasmaba de niños y tanto nos hace pensar de hombres. Lo que sí quiero decirte es que la fiesta de h Inmaculada no es sólo fiesta de canto y triunfo, con ¡re– doblar de tambores y desfile de soldados. No es sólo evocación y añoranza df' las dulces ternezas de la Madre del cielo, prototipo de la mad¡re de la tierra. María en su Inmaculada es ante todo un DON DE DIOS a esta tierra de pecado. ¿,Para qué? Los dones de Dios son siempre principio de nuevos dones, mananthl de nuevas gracias. Como aquella fuente, recuer,da, de aquel día caluroso de ex– cursión. Qué agua tan límpida brot'3Jba de su entraña. Así fué Maria. De olla brotó Jesús para la sa,lvación del hombre. Dios, María, Jesús. ¿No ves cómo María es un canal por el que bajó la bondad de Dios hasta 1hacerse hombre? Maria, INSTRUMENTO DE LA BONDAD DE DIOS. ¿No te gustaría a ti ser también un canal, un INSTRUMENTO DE LA BONDAD DE DIOS, asemejándote un poco de lejos a tu Madre del cielo, María? Por lo menos no me negarás que hemos elegido un bello kma para lHIPS– tra charla a través del papel. Entremos en materia... Como hijo de San Francisco, tan lleno de caridad y tan amador de los pobres, permíteme que empiece con un relato muy franciscano. Nos lo cuenta la florecilla duodécima del PobrecHlo de Dios: "Llcga:ron w1 día San Francisco y Fray Masen a una población. Como no tenían qué comer, se pusieron a pedir limo.'lna d0 puerta en puerta. A la sa– lida V'o1vieron a encontrarse y juntos se retiraron a cerner en un sitio dond:; había ,una hermosa .fuente y junto a ella una piedra ancha sobre la que ca– da cual .puso la limosna. San Francisco, lleno üe grandísima alegría, se volvió a Fra,y Maseo pa¡ra decirle:

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