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- 25- has advertido que el amor materno más que suponer valores en el hijo, tien– de a crearlos? Así lo expresaba la carta sencHla, pero honda, de a.quella madre que, escribiendo a su hijo, le decía: "Mira, hijo. Ten cuidado para otra vez de la falta de ortografía que has puesto. Tu madre te quiere perfecto en todo''. En este insignificante pormenor vemos reflejado el ideal que toda madre lle– va consigo desde el día que sintió sus entrañas cargadas con un dulce peso: hacer de su hljo un hombre. un cristiaízo, un 8anto. ¿Ha habido algún hijo, preguntaba el Cardenal Mercier, que ha.ya :realizado el ideal que para él soñó su ,madre? La madre sueña un ideal J)3l'a su hijo y Slllfre y se desvela para que este ideal no se maiogre. De un pedazo de carne, traído al mundo entre dolores, poco a poco va plasmando al héroe de que hablará la historia... La madre rememora de lejos la Bondad de Dios. De pecadores, enemigo:c: suyos, esta divina Bondad nos va haciendo con sus dones a su imagen y se•– mejanza. Ya en el día de la creación Dios creó al hombre con estas prerroga– tivas. En la nueva creación espiritual que se realiza en el bautismo, renace el nuevo hijo de Dios. Todos sabemos que esta fi11iación el5 algo más que un mero nombre adoptivo. Esi "J)fLrticipación de lcL naturaleza divina", según el texto dogmático de la carta de San Pedro ( II Petr., 1, 4). Y toda esta dulce realidad misteriosa es debida única y exclusivamente: porque Dios es rico en misericordia. Por el gran amor con que nos amó. Por su BONDAD... Ahora, después de haber refle,xionado en el modelo qille Jesús ha puesto ante ti -no es otro que su mismo Padre celestial-, medita en lo que a ti te pide: "Amad a vuestros enemigos... Porque si amáis a los que os aman, ¿¡qué recompensa tendreis? Y si saludais solamente a vuestros hermanos, ¿qué haréis de más?..." Cristiano. Caballero conferente. Según el mandato de Jesús, por el camino de la vida no has de ir repar– tiendo sonrisas solamente a los que son tus amigos. Esto lo hace también el camarada incrédulo ,y el contertulio de café. El evangelio te pide más. Que ante el necesitado tú no mires, si es amigo o enemigo. Hazle bondades. ¿La– mentas en él pecado? Nuevo motivo par,a acercarte al caído en la peor escla– vitud. ¿Cosechas ingratitudes? Recuerda la palabra de Jesús: "si amáis a los que os aman, qué recompenS'.3. ... Es de viles perdonar el insulto del esclavo, sentencia la ética pagana de .Aíristóteles. Jesús le contradice: No sólo no es vil. Es obligatorio hacer <- 1 bien a aquellos que nos persiguen y calumnian. Llegamos aquí al santuario del amor cristiano. Tal vez, ni tú ni yo, lector, tengamos la .fuerza necesaria para penetrar en él. Aceptemos, al menos que es este el ideal que Jesús nos señaló; pero ideal obligatorio. Y Jesús que dijo un día ser su yugo suave y su carga Iígera, nos dará la gracia confortante pa– ra cumplir con alegría la penosa obligación para nuestro egoismo de hacer el bien hasta a nuestro enemigo. Como Jesús, que no rehuyó el ))€so de Judas. Que perdonó ar discípulo co– barde. Que abrió las puertas de su cielo al ladrón que expiaba maldades ...

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