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-21- un serio examen de conciencia. A ello te invito como concl1usión de e11tas mis reflexiones sobre la conexión entre la limosna y la fe. No quiero cerrar este a,partado sobre la fe que como don has de llevar al necesita,cto, sin dirigirme a ti, lector, para que eches una mirada en torno e intentes calar en el alma de tus amigos. Más de uno, quizá, haya perdido su fe por los caminos incrédulos del vivir. No siemp,re la pérdida de fe se debe a la falta del pan de cada día. A veces esta pérdida va unida con el bienestar, hasta con la inteligencia y el ser socialmente hombre de bien. Se recuerdan en las tertulias íntimas de esta Salamanca los paseos por la carretera de Zamorra de dos hombres que llevaban el problema de su fe sin solución. Sobre la tumba de uno de ellos, Miguel de Unamuno, se han grabado estos sus versos, que nos llegan tan al vivo: "Méteme, Padre eterno, en tu pecho, misterioso hogar, dormir(' alli, pue~ vengo deshecho del duro bregar''. Dura broga hacia la fe fué la vida atormentada de este hombre con ham– bre de Dios y de eternidad. Pero que no haulaba los caminos para saciar este su doble hambre. En un momento de entrega al Dios misterioso que su co– razón presentía, pero a quien su razón negab:t, le dirige esta plegaria que pudiera ser igualmente la plegari;, de m, alma mística. Que Dios le haya acogido en su hogar, como le pide. A nosotros nos toca recoger el latido agóni>co de Pste hombre quP e-; legión. Pues son muchos, q1Ui– zá algún amigo tuyo, los que van por l:1 vida con un desgarro en su fe, con un senttmiento tr3,gico... ¿No recuerdas aquellos otros versos de Núñez de Arce, que contrastan trágicamente rn fe de niño y su du,ta de hombre? "Cuando recuerdo la piedad sincera con que en mi edad primera entraba en nuestras vieja:; catedrales... Hoy que mi frente atónito golpeo, y con febril deseo busco los restos de mi fe ptrdida, por hallarla otra vez, radhnte y beBa como en la edad aquella, ¡ dC'sgraciado de mi!, diera la vida." Si el náufra.go en su fe lo daría todo por hallarla de nuevo, tiéndeLe tú una mano bondadosa e inteligente. Tu bondad le hablará de la Bondad de Dios. Tu inteligencia podrá disipar más de una nube en su oscuro horizonte. Y en todo momento, en toda c1'rcunstancia, para con unos y para con otr08,

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