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-15- revolución que terminaba do pasar con estas palabras: "¿Queréis, señores, saber la verdad, y toda la Vffdad concerniente a las causas de la revolución última .francesa? Pues la verdad es que en Febrero llegó el día de la liquida– ción de todas las clases ,de la sociedad con la Providencia, y que en ese dia tremendo todas se han encontradu fallidas ... En 11<:rnhre de la fraternidad, se ha restaurado la fraternidad pagana, y los hermar1os se lnn devorado unos a otros en las calles de Pari:;:, en la batalla más gigantesca que dentro de los muros de una ciudad han presenciado los siglos". Al año siguiente, volviendo sollru el tema de la ruvolución socialista, pro– ponía este supremo remedio: "Si quiere combatir al socialismo, es preci::lo acudir a aquella religión que en-d1a la caridad a los ricos, a los pobres h paciencia; que enseña a los pobn's a ser resignados y a los ricos a ser mise– ricordiosos". Estas sentencias, que parecen de prcfl ta llil)Iico, nos hacen pensar muy L'n serio cuán otra hui])iera sido la rnarcln rl:• la historia mcderna, iü el ejem– plo de Q7,anam hubiera .sido el ejemplo de millones. No hubiera podido afiTmar el tribuno que en Febrero de 1848 todas las clas•:s de la sociedad se encontraron fallidas ante la Providencia. Pues Ozanam, quince •3.ños an– tes de la revolución, practicaba el único mNodo 0ficaz propuesto por Do– noso: combatir el sodalisrno con la caridad. Hoy día el socialismo tiene mucha histeria. Ya no es una idea pura, lan– zada a la c::i.lle. Al contrario, ha adquirido matices muy peculiares en cada nación. Por ello, el término es hoy ·ambiguo por las tonaUdades ideológicas y políticas que ha tomado en los di.versos países. Pero el problema sccial que motivó la obra ck Ozanam sigue t'n pie. Aún son miles las familias que demam!an techo donde cobijarse. Millones los pa– dres ,que se ponen fuera de si por no tener lo necesG.rio para el pan de los hijos. Millones los hogares que en contradicción con su nombre no tienen lumbre. Hogar en su significación etimológica significa fuego. Durante siglos L'l fuego fué algo sagrado: en la familia y en la ciudad. En la vieja Roma la religión y las tradiciones paüiarc-ales motivaban esta consideración sacra sobre el fuego Para nosotros L'S un símíbolo de la vida hogareña, en la que el fu'go físico debe dar calor a los cuerpos y la caridad debe encender en brasas a las almas. Con esta advertencia: que en d hogar domk, se apaga el fuego que 03.lien– ta los cuerpos, acaba por apagarse igualmente el fuego del amor que calien– ta a las almas. Peor que los puños cerrados son los corazones rencorosos. Y el rencor con sus satélites: resentimiento, makwoll:llcia, ingr-atitud, odio... son efecto muchas veces de que en el hogar se habían apagado el f\uego y el amor. Caballero conferente. Estás obligado, por compromiso ante Dios y ante la sociedad, a realizar en este siglo XX lo que Ozanam planeó hace ya más de cien años. Muchos

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