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-12- qw ya no seamos nrnos que fluctú,::i,n y se dejan llevar de todo viento de doctrina ... sino que, al contrario, abrazados a la verdad, en todo crezca– mos en caridad, llegándonos a aquel que es nuestra cabeza, Cristo, de quien todo el cuepo, tr8Jbado y unido por todos los ligamientos que lo unen y nutren para la operación prü1pia de cada miemüro, crece y se perfecciona en la c,aridad" ( Eplz. 4, 11-16¡). Te he extractado lo fundamental de este pasaje excelso que debGs leer íntegramente en tu biblia. Como explicación te brindo lo que anotan los comentadores Nácar-Colun.ga, tan populares en Salamanca, donde es– cribieron: "Este pasaje contiene la idea del Cuerpo Místico de Cristo ex– presada con ,ma;yor claridad que en cualquier otro lugar. Como en el cuer– po hay mucihos miembros, todos tmbadios por ligamentos, unidos por el sis– tema nervioso y el vascular, por los que se les transmite el alimento y se les imprtme el movimiento para obrar, así en la Iglesia. Estos miembros son los diversos of}cios jerárquicos, que reciben todos su fuerza y virtud de J,::i, cabeza, que es Cristo". San Pablo dice más que tu catecismo. Pero la sustancia es la misma: ser cristiano es ser hombre de Cristo, que como tal tiene un puesto en su cue:r,po Místico que es la Igletsia, comunión de los santos. Pero tal vez te objetes a ti mismo: "yo no soy apóstol, ni profeta, ni evangelista, ni pastor de almas, ni doctor de la Iglesia ... ¿Entonces?" Pues entonces, oye lo que escribió para ti el Papa Pío XII, de tan grato rec.ueQ'– do, en su encíclica sobre el cuerpo místico: "Con toda razón Jos Pai:kes de la Iglesia, cuando encomian los ministerios, los grados, las profesiones, los estados, los órdenes, los oficios de este Cueripo, no tienen sólo ante los ojos a los que han sido inicia.idos en las sagradas óirdenes; sino también a todos los que, habiendo abrazado los consejos evangélicos, llevan una vi,:ia de tra– bajo entre los hombres... y no menos a los que, aun viviendo en ec siglo, se dedican con activiclad a las obras de misericorcl1a en favor ele las almas, o de los cuerpos, así como también a aquellos que viven uniclos en casb::> ma– trim,onio". Parece que el Paipa pensó en tu objección para resolverlo. de modo admi– rable. La palaibra autorizada de este gran P8Jpa ,te dice que en la .Jglesia, en el Cuerpo Místico de Cristo, todos tenemos un puesto de honor. También lo tienes tú, que me estás leyendo ... Ahora bien; sabes desde hace muchos años cuál es la ley fUI11damental de los miembros de un organismo: recibir para dar. Reciben el nutrimento necesario para dar la función que les es propia en bien de todo el organismo. ¿Es eso lo que haces tú. en el Cuerp0 Místico de Cristo? Poc lo menos tie– nes que confesar que es eso lo que debes ihaicer, como miembro de este cuer– po: recibir para dar. Recibirás de los 01tros miembros, sobre todo de Jesús, que es la ca:beza de este saero organismo, dones íntimos, gracias iluminado– ras, dulzuras de devoción. Piensa que no son sólo para ti. Debes comunicar

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