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-10- De este ministerio se podría decir lo que un día dijo Jesús del ministerio de las almas: "La mies es mucha; pero los operarios pocos..." En la vida pro– fesional los operarios mn ciertamente muchos. En ocasiones demasial'.'iDs. Pero son pocos, muy pocos, los que ven en el prójimo, :sea el que sea, al hermano necesitado, que precisa de ayuda. Son pocos los que con entrañas de misericordia, como el samaritano del evangelio, se acercan a él para ven– dar sus heridas y cmo.rlas con el vino y el aceite del desvelo y del sacrificio. Desde hace unos añcs es tema preferido nuestros intelectuales la vo- cación. Gregario Marañón escribió, Cülffio sabes, un libro sobre tema tan hu~ mano. Su título, Vocación y RticC1. Con exquisita finura el doctcn médico nos desvela ese íntimo secreto que cada cual lleva consigo y que es su vocación. Su vocación es su ideal, su pasión, su entusiasmo. Utilizando su experiencia de los hombres se detiene en an9.lizar la vocación desde el lado id~2 acá, des– de las cualidades humanas, desde la aptitud, A mi me gusta· más su punto de partida, cuando escribe: "Vocación es la voz interior que nos llamo. hacia la profesión y ejercicio de una determinada actividad". Aquí el médico se da la mano con el teólogo. Para éste la vocación hay que mirarla ante todo desde esa voz interior que llama. Esa voz es del mismo Dios. Dios es quien nos Jlama a un estado, a una profesión. Pero no se contenta con llamar. Santo Tom!ás enseña que la vocación lleva con;:,igo un auxilio divino que t·xcita internamente y que mueve la mente con la gracia" (Summo Th., 1-2, 11:3, 1, :3). ¿Y para qué llama Dios? Vistas las cosas en su superficie, las profesiones son diversas y los ministerios incontables. Pero si se mira con hondura se advierte que late en todos ellos el mismo tema vocacional: hacer el bien. Hasta la religiosa de clausura que pasó su vida en la oscuridad de un retiro ha realizado un bien social inmenso. ¿No ha escrito Donoso Cortés que al mun– do sólo pueden salvarlo las oraciones de los santos? ,Si Dios llama, no lo dudes, llama siempre a que el alma lSe ponga en sus manos parn ser un instrumento más de su Bondad. Y noki. que la bondad va más a,llá del simple curnplimiento del deber. Hoy está de moda hablar del deber profesional. Mejor que mejor si a este haJblar sigue el cum:plimiento dl'l mismo. Pero aun con esto hay que ".ldver– tir que esta moral del ,deber se queda corta. ,Cumple su deber el camillero que recoge al herido que se desan~'TG. en el ,paraJ)€to. Pero sobre este deber está la l)".llabra amiga y alentadora que, mientras el cuerpo se desangra, inunda de dulce esperanza el espíritu. Sola la bondad hace brotar del labio la palabra esJ)€ranzadora. Uno de nuestros ".lctuales médicos, Lain Entralgo, ha escrito un libro que titula, La curación por la palabra. La revista "l\.1un<lo Hi$pánico", en su nú– mero de Diciembre de este año 1962, recoge estas palabras de Ro.f Caroo– llo: "Un rebrote de la tradición médico-humanística busca de nuevo el con– tacto humano entre médico y enfermo",

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