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-8- Dios te ha dado más, incomparablemente más, al hacerte HOMBRE, CRISTIANO, CABALLERO CONFERENCIANTE ¿No adviertes que cada uno de estos títulos, de que sin duda blasonas, cla– ma porque seas INSTRUMENTO DE LA BONDAD DE DIOS? Permíteme que un poco dctenidamentp rPpase P~tos tus títulos dp nobleza que te obligan a hacer el biu1. Despu(,s te hablar(, igualmentP dl'l don qLw lrns dt> llevar a tus hermanos. I HOMBRE, debes ser instrumento de la Bondad de Dios Por la generación el hombre partidpa en cierta manera de la paternida.ü divina. Qué lástima para nuestro sentido del rPspeto que el misterio de la paternidad humana sea tan de todos los días. San Pablo se ponía de rodillas para adorar al Dios de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tier:ra. Nosotros t0.mbién nos deberíamos poner de rodillas, no para adorar, pero sí para reverenciar las vem,rables canas clr; quienes nos dieron el ser. Gran misterio es la paternidad lmmana, reflejo pálido, pero tierno, de la pa– ternidad de Dios. Padre nuestros que estús en los cielos ... Y en lejana seme– janza, .pero real, el pequeñito que chilla por la ca:'a: papá, dame ... El corazón de Dios se conmueve cuando 10 llamamos Prulri:. ¿Qué padre humano no se ha emocionado cuando su pequeño le llama con el mismo dulcísimo nombre? ... Nos está diciendo esta reflexión, siempre vieja y siempre nueva, que como HOMBRE eres ya un instrumento de la Bonclad dé: Dios. Instrumento par8. transmitir a tu hijo la vida que l1as recibido. Y rnn la vida, tus ideales, tu corazón, tus sentimientos. Federico Ozanam, gran santo con chaqueta. a quien tú, confc,rente, tie– nes por honor imitar, escnbiend-:i a un amL;o le decía.: "Tú no conociste a mi padre, ,pero ya me conoces a mí. Pues bien; si tu benevolencia para conmigo ha encontrado en mí alguna cosa que no te des– agrada, a él, a sus consejos, a sus ejemp.Ios lo debo". ,Con cariño agradecido Ozanam reconoce que lo mejor de él, a su padre Jo debía. Y de seguro tenía razón. El noble y sereno p(Tfil de su padll'e, entre– gado a su faena profesional de médico de los cuerpos, y también de las almas, quedó grabada en el alma del hijo. Marco de la imagen viviente tiel padre en la conciencia del hijo fueron los sabios consejos que tantas veces brotaron de sus labios, y más aún de su corazón, consejos con los que señalaba al hijo la meta hacia donde debía dirigir la vida. Dios Padre habla a sus hijos en la int1mülad de la conciencia. Es el Maestro Interior, de que nos habla San Agustín. El padre de la tierra no puede calar
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