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162 BERNARDINO DE ARMELLADA, OFMCAP. de Cristo; pero que cCJmpromete la vida entera de quien presta el ser– vicio. Así hay que entender la solemne proclamación del Señor: "Corno el Padre me envió así os envío yo a vosotros". El ministerio sólo será auténtico en un servicio identificado con el de Cristo: con una enseñanza, un sacrificio y una dirección que se resumía en la pro– pia entrega. El sacerdote, por tanto -el obispo- recibe por el sacramento el carácter de enviado -con la conexión específica del instrumento hu– mano- en el sentido mismo en que Cristo fue enviado por el Padre al mundo. Servicio y anonadamiento. - Y si la necesidad de un sacrificio ministerial se ilumina en los principios de la eclesiología, el conte– nido del ministerio se ha de colegir a través de un análisis de la cris– tología en su función relativa a los hombres. La fe consiste ante todo en creer que el Padre envió a Cristo a los hombres (31) corno mediador de salvación (32). Cristo, a su vez, envía a los apóstoles corno El fue enviado (33). Ahora bien, la plenitud de la mediación de Cristo en su misión terrena, la mayor intensidad de su acercamiento a los hombres, de su postura de servidor, se realiza en el anonadamiento de la Cruz. Comentando el denso pasaje paulino de la carta a los Filipenses, 2, 6-11, escribe Schoonenberg: "Al mismo tiempo que rechaza el poder, Cristo rechaza todo apetito de poder y todo abuso de poder. No se afanó por conseguir corno un trofeo lo que nosotros llamamos igual– dad con Dios'; al contrario, se vació a sí mismo de poder y derecho y, como ha dicho de forma expresiva Robinson, de toda concentración en sí mismo. Sólo quiso ser el Mediador, totalmente transparente, en– tre el Padre y sus hermanos: darse a sí mismo de esta manera, fue para El alimento, vida y autoafirmación. Fue totalmente El entregán– dose por completo a Dios y a los muchos, y la consecuencia de esto fue la muerte en la Cruz; la aceptó y la sufrió en la plenitud del amor" (34). Se puede ver fundadamente en esta postura de instrumentalidad Y servicio la clave de distinción entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio de los fieles. El sacerdocio ministerial es esencialmente medio en orden a la verificación de la salvación en sí mismos. En el sacerdocio ministerial se significa y se causa -sacramentalmente- la salvación. En el sacerdocio de los fieles se es salvado. Schoonenberg da un paso más en su visión teológica de la "kéno– sis" de Cristo y advierte que su auténtica igualdad con Dios no que– da oscurecida, "sino más bien iluminada por el hecho de que Jesús (31) Cfr. Jn 17, 3. 8. 21. 23. 25. (32) Jn 3, 17. (33) Jn 17, 18. (34) P. SCHOONENBERG, Kénosis-anonadamiento, en "Concilium" 11 (1966) 67. [14]

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