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LA FECUNDACION ARTIFICIAL ~'>'cy1111da ra~·ó11. Sc:la la procreaci<'m por el acto matrimonial es el desarrollo normal y feliz ele! niño. ( ·orno hemos dicho anteriormente, tanto el padre como la madre de– ben pn ,yeer al hien ele la prole. Para ello se nec:e,;ita mnchn amor y rnn– cha abnegación. Los niños eng{'IHlrados en el íntimo abrazo de \¡s pa– clre~ serún el ohjelo ele ese amor y abnegaci('m. Pero imposible c1ue el pa– clre tenga esos misnws aíecto~. al me1ws con tanta intensidad, para el niño '' :irtificial ". r1ue es .-nyo porque para engenclrarln el médico cogió ele l;¡ d semen, pero r¡ue 110 ha ~ido rngenclraclo ~{·gún las exigencias cor– p: ,raks y espirituales que reclaman la naturaleza rlei padre, ni tampoco cr,nforme a la dignidad de los esposos. De todo esto ce sigue cine el Papa considera la kcurnlaciún artificial. inclu,;o la efectuada dentro lle] matrimoni1i y con elemento del marido, inmoral en sí misnza. por el mero hecho de irustrar lus fines intentados por el Creador. Para probar dicha i111111,ralidad el Papa n) recurre a la inmoralidad ele] medio emplcadu. sino ele una manera secundaria, contrarío a lo que han lwchu muchos autores que se fijaron sólc, en la inmuraliclad ele! mc– clio. Dice el Papa: '' l\:r otra parte, e·~ superfltHJ ohsen·ar que el elemento actiyo n 1 puede jamús ser procuraclu lícitamente por acto~ C!ll1tra la naturaleza". lkmos Yisto que para obtener el ~emen frecuentemente se recurre a la poluci<'m y al enanismo, pr,1ceclimientos intrínsicarnente malo:-:, C(11111í repetidas Yeces ha cleclaracl(í la Santa Sede (i)l). La fccnnclaci(in rcaíizacla ¡>reYios vsos medios, nu solam~nte es inmoral en sí mi:-;ma, sino tarnhi(;n por razc'¡n ele! medio empleado. Siendo la fccnnclaciún artificial mala en sí misma y siél](l, lo tamhién por razón del mcclic, cuando é::te es contra la naturaleza, S{' ,i!-!,'m' que no puede '-'er justificada por muy hneno l]lle sea t 1 fin que se prdenck El fin hnen , nunca justifica 11 s medio,; malos, afirma nn aforismu moral. Por e,o (lice el Papa: '' En cuanto a la licitu.l ele la fecundación artifi– cial en el matrimonio, bástenos por el instante recordar estos principios ele derechu natural: el simp'e hechti de qne el resnltaclo al cual se aspir:1 se ohkng-a por este camino no justifica d empleo del medio mismo, ni el deseo rn sí, muy legítim,·. de los e,p, 1 s1,,; ck tener un hijo ba,;ta para pro– h:ir la legitimidad ele! recurso a la fecumlacii'm artificial, (lUe realizaría este deseo". \fil¡ !'J!'a la pul1wi(n1. et'. ÜE:\"Zl2\{iEH_. lllL l.!:2-í Y :.:.:211t: ¡ur;J d on;1n1:,Uli\, vf. :--r1JHL\J11ilO, l:lliJfliri<liull tl!' })('(11//u{uyin //lf 1 dicO: Pll. í:.:;,. ;1:i. !lll. ;;.¡_ .. :rn: pp. sn-~l. JL 11. - 23 -

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