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adapte a los caracteres y métodos de la literatura popular: atención a los detalles curiosos, afición a la etiología, tendencia a concretar más el texto mediante la indi– cación explícita del nombre de lugares, personajes..., aun a costa de caer en el ana– cronismo (este es el caso del targum Pseudo-Jonatan que hace mención de la esposa e hija de Mahoma -Gn 21,21-y de Constantinopla-Nm 24.24-). El uso pastoral del targurn explica el hecho de que algunos textos difíciles hayan sido parafraseados, explicados e incluso pasados por alto... Por un excesivo respeto se evitan los antropomorfismos divinos (al menos los más burdos) y su nombre es sustituido por algunos atributos (Shekin = gloria; Memrá = palabra). Se manifiesta un gran respeto hacia los antepasados, atenuando sus defectos físicos o morales, y destacando los aspectos positivos. Este modo de proceder respecto del texto bíblico no supuso una radical innova– ción; en el judaísmo la interpretación del texto es muy anterior a su traducción. De ahí nació el midrash. Así, pues, en el targum el judaísmo continuaba practicando unos criterios y nonnas de interpretación empleadas desde hacía mucho tiempo. Podría decirse -de manera analógica- que tal o cual targurn se situaba respecto del texto bíblico del mismo modo a como se sitúa en el Pentateuco la tradición E res– pecto de la tradición J. La comparación no es exacta en todos sus términos, pero ayuda a comprender la inserción del proceso targúmico dentro del proceso herme– néutico judío. Es verdad que en ocasiones el targum careció de sobriedad. pero en esto también sintonizaba con la praxis rabínica halákica y haggádica del entorno. 6. LITERATURA TARGUMICA MAS IMPORTANTE La literatura targúmica hoy existente puede clasificarse del modo siguiente: del Pentateuco, de los Profetas. de los hagiógrafos. Ofrecemos a continuación una breve reseña de los principales representantes de estos tres bloques de literatura tar– gúmica. El Targum de Onqelos: Se trata de un targum anónimo del Pentateuco. La denominación Onqelos procede de una incorrecta pronunciación de la pala– bra Aquila. Como la versión griega de Aquila, ceñida a la letra del texto hebreo, este targum es una traducción literal al arameo y quizá por la misma razón que la de Aquila: la polémica judeocristiana. Su lugar de origen ha sido discutido. Considerado en un principio como proce– dente de Palestina, P. Kahle defendió su origen babilónico. De hecho las academias judías de Babilonia en tomo al s. III le conferían ya un valor oficial, y es conocido también como Targum de Babilonia. Además de no ser citado en fuentes rabínicas palestinas, su puntualización y vocalización es babilónica. Hoy, aun reconociendo esos datos, vuelve a considerarse a Palestina como el 83

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