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acompañada de una traducción aramea cuando el pueblo ya no comprendía el hebreo; y es probable que esto ocun-iera ya en tiempos de Esdras. No se dice explícitamente que Esdras y los escribas leyeran el texto en hebreo y lo explicaran luego en arameo; pero ya antes de la era cristiana varios rabinos sos– tenían que aquél había sido el primer ejemplo de lectura hecha según el estilo sina- goga!. . De todas fomrns, una cosa es incuestionable: los orígenes de la práctica targúmi– ca están vinculados a las necesidades de la comunidad, que al no entender el hebreo bíblico, necesitó de una traducción a la lengua en uso, el arameo, para participar en la liturgia de la sinagoga y poder comprender la palabra de Dios. 3. LA PRACTICA TARGUMICA ORDINARIA Ya en la época anterior al Nuevo Testamento, la liturgia sinagoga\ estaba bas– tante estructurada; los momentos más importantes eran los siguientes: la profesión de fe (shemá) introducida y acompañada de breves fórmulas de bendición (bero– koth), la oración (tefillah), articulada generalmente en las Dieciocho bendiciones (shemone esre), la lectura de la Escritura, su traducción al arameo (targum), la homilía y la oración final (kaddish). En un primer momento esas traducciones eran orales y más o menos improvisa– das, fragmentarias y ocasionales. El meturgeman, para diferenciar nítidamente el targum del texto hebreo, debía traducir sin mirar notas o escritos. Situado, en actitud respetuosa, junto al lector, no debía alzar la voz más que él, ni traducir con excesiva literalidad ni con excesiva libertad ("quien traduce un versículo literalmente es un falsificador, y quien añade es un blasfemo" decía Rabí Judá). Además. se requería que lector y traductor fue– ran personas diferentes. La traducción de la Ley se hacía versículo a versículo, tras la lectura del hebreo; la de los Profetas, cada tres versículos. Se omitían los textos escabrosos o poco edi– ficantes para la gente sencilla (así, por ejemplo, la historia de Rubén, Gn 35,22: la del becerro de oro, Ex 32,2-25; el adulterio de David con Betsabé, 2 Sm 11; el epi– sodio de Amnón y Tamar, 2 Sm 13), así como los más conocidos (por ejemplo, la bendición de los aaronitas, Nm 7,24-26). 4. DEL TARGUM ORAL AL TARGUM ESCRITO Poco a poco, y no sin oposición, el targum, que comenzó siendo oral y fragmen– tario, pasó a ser oral y escrito, para terminar prevaleciendo la forma escrita, organi– zada en grandes bloques unitarios, correspondientes a las tres secciones del canon judío. "Rabí Samuel Bar Isaac vio a un escriba copiar el Targum del Libro (de la Ley) y le dijo: esto te está prohibido: lo que se ha transmitido oralmente debe guardarse oralmente, y lo que fue transmitido por escrito debe guardarse por escrito''. Este 81
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