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hebreo. El salmo 16,10 traduce el hebreo "fosa" por ·'corrupción"'; Is 7J4 traduce el hebreo "'almah'' (joven) por ''parthenos" (virgen); significativas son también las diferencias entre el texto hebreo y griego del capítulo 9 de Isaías. Estas transforma– ciones intencionadas del texto hacen que la versión de los LXX no pueda conside– rarse una mera traducción sino una auténtica creación, literaria y teológica, surgida del propósito de actualizar el texto, para que ilumine y enfoque los retos socio-cul– turales y religiosos del momento. Es el resultado de dos fidelidades irrenunciables: a la tradición y al presente. Otras diferencias pueden añadirse a las ya apuntadas. Entre los LXX y el TM existe una distribución diferente de los escritos: en la versión griega, Rut aparece detrás de Jueces; los libros de Samuel van unidos a los libros de los Reyes. forman– do una unidad: Crónicas sigue a l A Reyes; los doce profetas menores preceden a los cuatro mayores (entre los que va Daniel). Incluso dentro de una misma obra existen diferencias de orden y extensión, por ejemplo en el libro de Jeremías. El texto griego es más breve que el hebreo (unas 2700 palabras menos); a veces se trata de simples versículos, pero en ocasiones son secciones enteras, como 33, 14-26; 39,4-13; 51 ,44b-49a; 52,57b-30. También varía el orden. La posición de ·'los oráculos contra las naciones" es diferente en ambas versiones. e incluso dentro de ese bloque cambia el orden de los oráculos. Todas estas constataciones legitiman la pregunta arriba formulada y además otras, como la naturaleza del texto hebreo que utilizaron los traductores: ¿existió un sólo modelo? ¿Fue este el que ofrece el TM? Los Setenta, a pesar de las afirmaciones de la Carta de Aristeas y de Filón. dis– tan mucho de ofrecer una versión homogénea por lo que a exactitud y estilo se refiere; heterogeneidad que ha dado origen a un replanteamiento del tema. Dos hipótesis intentan una explicación satisfactoria del mismo. La más extendi– da, defendida por importantes figuras de la investigación -Barthelemy. entre otros– y adoptada por las grandes ediciones modernas -Cambridge y Gottingen-. propug– na la existencia de una traducción original de los LXX (Ur-Septuaginta o Proto– Septuaginta) que habría sufrido posteriormente los avatares de toda producción literaria: recensiones, variantes ... Otra postura, minoritaria. es la defendida por P. E. Kahle según la cual los LXX no serían una versión original sino una revisión de versiones realizada por una comisión de rabinos poco antes del l JO a. C. De este texto revisado es del que se haría eco y apología la Carta de Aristeas. Conocida como del "targum griego" esta hipótesis sostiene que los judíos alejandrinos habrían seguido un procedimiento similar al de los targumistas palestinos: traducciones orales al griego de la Ley y los Profetas en función del culto sinagoga!; más o menos imperfectos en un primer momento, más tarde fueron fijándose por escrito a la vez que mejoraban en su cali– dad. La crítica ha acogido con muchas reservas esta hipótesis que. en opinión de A. Paul, no habría que considerar alternativa a la primera sino complementaria, pues 74

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