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Vida de Moisés. Haciéndose eco de esta tradición judía, Filón de Alejandría evoca así a los "setenta" traductores trabajando en la isla de Faros: ''Habiéndose establecido en este retiro y sin ninguna otra presencia fuera de la de los elementos naturales: tierra, agua, aire, cielo, sobre cuya génesis se disponían a hacer de hierofantes, profetizaron como si Dios se hubiese apoderado de su espí– ritu, no cada uno con palabras diferentes, sino todos con las mismas palabras y los mismos giros, como si actuasen bajo el influjo de un apuntador invisible. Y sin embargo, todos sabemos que todas las lenguas, y la griega de manera especial, son de una gran riqueza por lo que al vocabulario se refiere, y que la misma idea puede ser expresada de muchas maneras, cambiando los términos o empleando sinónimos y buscando la palabra apropiada para cada caso. Pero, según se cuenta, esto no sucedió con nuestro código de leyes, sino que el término caldeo propio fue expresa– do exactamente por el término griego correspondiente, en perfecta adecuación a la cosa significada... Esta es la prueba más evidente: siempre que caldeos que saben griego o griegos que saben caldeo tiene ante sí, simultáneamente, las dos versiones, la caldea y la traducción, las contemplan con admiración y respeto como si se trata– ra de dos hermanas, o mejor aún, como una sola y única obra, tanto por lo referente al fondo como a la forma, y llaman a los autores, no traductores, sino hierofantes y profetas, a quienes se concedió, debido a la pureza de su inteligencia, caminar al igual que el espíritu más puro de su inteligencia, caminar al igual que el espíritu más puro de todos, Moisés". No obstante los elementos legendarios -autores, motivación ...- estos testimo– nios, además de un sustrato histórico fundamental, ofrecen informaciones de gran relieve sobre aspectos importantes: ofrecen una auténtica teoría de la traducción, destacando los dos aspectos fundamentales, la fidelidad y la originalidad; y se cali– fica a los traductores de "hierofantes" y "profetas" en cuanto están "inspirados o poseídos por Dios". Otro testimonio, si no sobre el origen de los LXX, sí sobre las características de la actividad de traducción del hebreo al griego, lo ofrece el prólogo del libro del Sirácida. Particularmente significativas son sus reflexiones sobre los riesgos de toda traducción -vv. 21-25-y sobre el móvil que le llevó a realizar su trabajo -vv. 34-35-. a) Características de la versión de los LXX Un estudio detenido de los Setenta conduce necesariamente a la formulación de esta pregunta: ¿se trata de una mera traducción o de un nuevo texto? Porque, efecti– vamente, respecto del texto hebreo masorético (TM) las diferencias a reseñar son notables; unas de orden cualitativo, y de orden cuantitativo otras. Comenzando por estas últimas, pueden señalarse: los libros deuterocanónicos (Tob, Jdt, 1-2 Mac, Bar, Eclo, Sab), y los añadidos "deuterocanónicos" a los libros canónicos (p. e. Dn 3,24-90; 13-14; Prov 6,8abc). Las modificaciones cualitativas suponen transformaciones del sentido del texto 73

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