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esperanza, pues Dios no se ha olvidado de la palabra anunciada por sus profetas -en este caso el oráculo de Jeremías-. La exégesis se ha centrado en la interpretación de esas semanas y en su valora– ción mesiánica. Dn 9,25 es determinante para establecer un momento desde el que se comienza el cómputo. Unos identifican el decreto y oráculo con la profecía de Jeremías (años 605-596); otros, con una gran preocupación apologética, lo identifican con el de– creto de Artajerjes entregado a Esdras (458 a. C.). Hay que decir que la primera lectura es la que tiene en su favor el consenso de la mayor parte de los estudiosos, además de ser la que mejor responde al contexto general de la obra. Según esto tendríamos la siguiente interpretación: a) El decreto (Dn 9,25) es palabra de Dios dirigida a Jeremías. b) El primer periodo, siete semanas, termina con el edicto de Ciro, el Príncipe ungido (véase Is 45,1). c) El segundo periodo, de sesenta y dos semanas, termina con el asesinato de Onías III, sumo sacerdote, en el año J71 (véase 2 Mac 4,30-36). La obra de reconstrucción. en tiempos difíciles. alude a la llevada a cabo bajo la direc– ción de Esdras y Nehemías (Esd 4.lss; Neh 6,lss). d) El último periodo, última semana, se refiere a los acontecimientos ocurridos desde el 171 al 164 (véase en Macabeos las alusiones a Antíoco IV). Los dos momentos a los que alude son la obra hostil y destructora del rey y su fin. Esta lectura excluiría toda interpretación mesiánica. Se trata de un desciframien– to del presente para el presente. Situar la salvación en futuro sería una consecuencia de haber situado el relato en los tiempos de Daniel en Babilonia. La lectura "mesiánica" del fragmento (Dn 9,22-27), por su parte, viene defendi– da por los que consideran que: a) El decreto (Dn 9,25) alude al que se concedió a instancias de Esdras (o Nehemías). b) La persona de Jesucristo es el punto de referencia de Dn 9,25-27. Calculando la muerte de Cristo hacia el año 30 d. C., cuentan hacia atrás las sesenta y nueve semanas, llegando a los años 458-445 a. C. La última semana iría de los años 30 a 70 d. C. En apoyo de esta lectura suele aducirse el texto de Mt 24, 15 que identifica el texto de Daniel con la destrucción de Jerusalén por Tito. ¿Qué decir? Cristo pudo tomar el texto de Daniel sobre la profanación del templo en la época de los Ma– cabeos como paradigma de la que habría de tener lugar más tarde. Entre los que hacen una lectura excluyendo el elemento mesiánico, y los que absolutizan ese aspecto, existe una postura intermedia que destaca el carácter mesiánico de Dn 9,24 (instauración de la justicia eterna), pero mantiene los aconte- 39

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