BCCCAP00000000000000000000470

Capítulo 4 (3,31-4,34): Nabucodonosor -es su última aparición en el libro- tiene un sueño. Un árbol corpulento, cuya copa rozaba los cielos y cuyo ramaje se divisaba desde los confi– nes de la tierra. Una voz desciende del cielo ordenando que sea cortado el árbol; sólo ha de dejarse un tocón con sus raíces. Atado con ligaduras de hierro y bronce se alimentará de hierba, compartiendo la suerte de las fieras durante siete años. Incapaces los sabios de la corte de desvelar el sentido. Daniel es requerido para que haga la explicación. Uno por uno va Daniel descifrando los elementos del sueño y las exigencias del mismo. El rey parece no tomarlas en serio, por lo que al cabo de doce meses se cumple el sueño. Sólo la conversión a Dios devuelve a Nabucodonosor la condición humana y la dignidad de rey. - Elementos de la narración Por el tema, este capítulo se relaciona con Dn 2: sueño, interpretación, cumpli– miento y confesión del rey. Por la forma, sin embargo, se diferencia. pues casi todo él reviste la modalidad de una confesión autobiográfica. Pueden distinguirse dos planos: el sueño y la realización; así corno una superposición de imágenes del reíno animal y vegetal. El suceso parece inspirarse en la crónica y leyenda del último rey babilónico, Nabónides. Según la leyenda pasó siete años en Arabia, enfermo a causa de sus pecados. Derrotado. muy pronto fue objeto de comentarios y leyendas despectivas. El autor lo atribuye a Nabucodonosor, rey prototipo del poder babilónico. Los motivos del árbol y de la transformación o metamorfosis en animal pudieron provenir de Ez 31 (el árbol gigante) y de la literatura y leyendas antiguas que cono– cían transformaciones semejantes (véase el Asno de Apuleyo). A nivel de estructura del relato conviene destacar cómo se inicia y se concluye con una profesión de fe, lo que da razón de la intencionalidad del capítulo. -Mensaje: Puede considerarse una reflexión crítica sobre la autosuficiencia humana, que acaba por deshumanizar al hombre. El tema tiene afinidades con los primeros capí– tulos de Génesis, por lo que se refiere a la "pretensión suprahumana", y por lo que se refiere al castigo. Adán y Eva, como Nabucodonosor, intentan "rozar" lo divino, no aceptan ser "sólo" hombres; y en su pretensión se ven desnudos y expulsados (Gn), del mismo modo que el rey babilónico es reducido a la condición de bestia (Dn). Pero existe un elemento de esperanza. Nabucodonosor, prototipo del hombre engreído de poder, tiene una posibilidad: la conversión. Dios deja siempre abierta una puerta: destierra a Adán del paraíso pero le deja una esperanza; a Nabucodono– sor, un tocón. Aún en el castigo Dios sigue siendo misericordioso y bondadoso (véase Jon 3-4). 33

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz