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han escrito muchos autores, las sibilas han existido en diferentes épocas y luga– res, en número de diez. La primera sin duda es la caldea o persa, denominada con el nombre corriente de Sambete, que era del linaje del muy bienaventurado Noé y que se cuenta que predijo los acontecimientos de la época de Alejandro el macedonio; de ella hace mención Nicanor, el historiador de la vida de Alejan– dro. La segunda es la libia, mencionada por Eurípides en el prólogo de la La– mia. La tercera es la délfica, nacida en Delfos, sobre la que habló Crisipo en el libro Sobre la Divinidad. La cuarta es la itálica, de Cimeria de Italia, cuyo hijo fue Evandro, el que levantó en Roma el templo de Pan llamado Luperco. La quin– ta es la eritrea, que predijo acerca de la guerra de Troya, y sobre la que nos da indicaciones Apolodoro Eritreo. La sexta es la samia, que tiene como nombre usual Fito, de quien escribió Eratóstenes. La séptima es la cumana (cimea), lla– mada Amaltea y también Erófile; por algunos Taraxandra, y por Virgilio, 'Deí– fobe, hija de Glauco'. La octava es la helespóntica, nacida en la aldea de Mar– meso, en los alrededores de la ciudad de Gergition, lo que era antaño la región de la Tróade, en tiempos de Solón y Ciro, según escribió Heráclides Póntico. La novena es la frigia. La décima, la tiburtina, llamada Abunea". Los oráculos atribuidos a estas Sibilas, compuestos en verso griego (hexáme– tros), dieron origen a una serie de colecciones denominadas Oráculos Sibilinos. Los judíos, y más tarde los cristianos, imitaron este género literario componien– do sus Oráculos Sibilinos, de los que han llegado a nosotros 12 libros, de los que sólo tres -III, IV y V- son realmente judíos. El más importante y el de mayor extensión es el III II a. C.); el IV nos traslada a finales del s. I d. C.; y el V al s. II d. C. En estas obras, el judaísmo, sin abandonar su estructura religiosa da una muestra audaz de acomodación. La Sibila, a quien se emparente con Noé (III,827), ocupa el lugar, el papel y la función de Moisés y de los otros héroes tradicionales en los escritos del judaísmo palestino. Se constata un cierto sincretismo, aunque el credo monoteísta recorra y presida toda la obra. "La Sibila expone su credo estrictamente montoteista en una terminología parcialmente inspirada en el lenguaje religioso del helenismo y que evoca a Herodoto u Orfeo" (V. Nikiprowetzky). Los oráculos de la Sibila describen el curso de la historia universal, predicen la destrucción de Beliar, el triunfo definitivo de los judíos y la venida del Mesías. Los Oráculos Sibilinos fueron muy populares en el cristianismo. S. Agustín ad– mitió a la Sibila en la ciudad de Dios (18,23), y Miguel Angel las introdujo en la Capilla Sixtina al lado de los profetas. b) Flavio Josefa El personaje Nació en Jerusalén en el año primero de Calígula (37/38 d. C.). De familia 161

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