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de la soberanía nacional, la destrucción de los impíos, el premio de los justos la reedificación de Jerusalén, el envío del Mesías, la aceptación de las plegarias y la restauración del culto sacrificial. Presentamos el texto palestino, añadiendo el n 9 15 del babilónico, singular de esta recensión: "J. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob, Dios grande, poderoso y terrible, Dios altísimo que creaste el cielo y la tierra, escudo nuestro y escudo de nuestros padres, nuestro apoyo en cada generación. Bendito eres, Señor, escudo de Abrahán. 2. Tú eres poderoso y humillas al soberbio, fuerte y juzgas al violento, vives por siempre y alzas a los muertos, haces soplar el viento y envías el rocío, das sustento a los vivos y haces vivir a los muertos; en un momento haces que brote nuestra sal– vación. Bendito eres, Señor, que haces vivir a los muertos. 3. Tú eres santo y terrible es tu Nombre, y a tu lado no hay otro Dios. Bendito eres, Señor, el Dios santo. · 4. Concédenos, Padre, el conocimiento (que procede) de ti y el entendimiento y el discernimiento (que proceden) de tu Torá. Bendito eres, Señor, que otorgas el conocimiento. 5. Haznos volver a ti, Señor, y nos arrepentiremos. Renueva nuestros días como antaño. Bendito eres tú que te complaces en el arrepentimiento. 6. Perdónanos, Padre nuestro, porque hemos pecado contra ti. Borra y aparta de nosotros nuestras malas obras de delante de tus ojos. Porque muchas son tus mise– ricordias. Bendito eres, Señor, rico en perdón. 7. Mira nuestra aflicción y defiende nuestra causa y redímenos por tu Nombre. Bendito eres, Señor, redentor de Israel. 8. Sánanos, Señor Dios nuestro, del dolor de nuestro corazón, aparta de nosotros la tristeza y suscita la curación de nuestras heridas. Bendito eres tú que sanas a los enfermos de tu pueblo Israel. 9. Bendícenos, Señor Dios nuestro, y haz que prosperen todos sus frutos. Ace– lera la llegada del año de nuestra redención y concede el rocío y la lluvia a la tierra, y sacia al mundo de los tesoros de tu bondad, y bendice la obra de nuestras manos. Bendito eres, Señor, que bendices los años. 10. Proclama nuestra liberación con la gran trompeta y alza una bandera para congregar a nuestros dispersos. Bendito eres, Señor, que reunes a los desterra– dos de tu pueblo Israel. 11. Restaura nuestros jueces como en tiempos antiguos y nuestros consejeros como al principio, y reina sobre nosotros tú solo. Bendito eres, Señor, que amas el juicio. l 2. Y que no haya esperanza para los apóstatas, y que el reino insolente sera pronto erradicado, en nuestros días. Y que perezcan pronto los nazarenos y los herejes, y que sean borrados del libro de la Vida, y que no sean inscritos con los justos. Bendito eres, Señor, que humillas al insolente. 132

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