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condenados, en cambio, tendrán un aspecto horrible e irán al lugar del suplicio. "Se trata de la expresión más explícita referente a un cuerpo resucitado espiritualmente en toda la literatura judía" (Cavallin). Contacto con el Nuevo Testamento Puede destacarse la afinidad de expresiones y conceptos con los textos sinópti– cos referentes a la descripción de los tiempos próximo al fin, y la proximidad a algunas líneas del pensamiento de San Pablo, sobre todo en l Cor. D. Apocalipsis griego de Baruc Escrito a finales del s. I d. C.. probablemente en Egipto, se trata de una obra apocalíptica inspirada en la destrucción de Jerusalén. Su estructura es fácil de reconocer. Se inicia con una lamentación por la destruc– ción de la ciudad santa: sigue la parte interrogativa -por qué la desgracia de Israel y el triunfo de los demás pueblos-, y se concluye con una alabanza al Señor que a través de sus respuestas ha pacificado el espíritu del vidente. El terna se desmTolla mediante la descripción de un viaje de Baruc por los cinco cielos, donde contempla cómo Dios ejerce !ajusticia. El primero y segundo cielos están reservados para los constructores y consejeros de la torre de Babel, respectivamente; su condena es convertirse en bestias. En el tercer cielo Dios sigue administrando justicia a los malvados que son devorados por una gran serpiente o arrojado al Hades. En el cuarto están las almas de los jus– tos, prefiguradas como grandes pájaros que alaban a Dios. En el quinto cielo, Miguel recibe las plegarias y méritos de los hombres justos y los presenta a Dios. En esta obra no se habla del más allá. La retribución a la que se alude parece ser intrarnundana. Merece destacarse la expresión "reino de los cielos", frecuente en el evangelio de Mateo pero ausente en la literatura judía hasta el 80 d. C. E. Apocalipsis de Abrahán Esta obra parece haberse generado en círculos esenios, no mucho después de la caída de Jerusalén (70 d. C.); su contexto es el mismo que el de IV Esdras y los Apocalipsis de Baruc. Conservada sólo en lengua eslava, la obra consta de dos par– tes netamente diferenciadas. La primera (caps. 1-8) es un rnidrash haggádico sobre Gn l l,3lss y 15,9-17. La segunda (caps. 9-32) es la sección propiamente apocalíp– tica. Elevado al séptimo cielo, Abrahán contempla el trono de Dios y el decurso de la historia: la caída del hombre y la idolatría de los propios descendientes de Abrahán. Esa infidelidad provocará el juicio. El futuro final es presentado con caracteres lúgubres. También las naciones paganas serán castigadas o destruidas. Al fin sonará la trompeta, y el elegido de Dios -el Mesías- reunirá a su pueblo y condenará a sus enemigos al fuego. 108
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