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unirlas con las dos que quedaron en la tierra de Palestina. Es el Mesías, preexisten– te, protector del resto fiel, juez vencedor. Según esta visión los salvados son multi– tud, en contraste con afirmaciones precedentes. 4ª) Esdras escritor ( 14, 1-4 7) Cual nuevo Moisés, Esdras deberá escribir los libros de Moisés quemados en el incendio del templo -24-, e instruir al pueblo y transmitir a los sabios los conoci– mientos esotéricos de otros 70 libros. Aspectos teológicos Sotereología: La preocupación por la salvación/condenación recorre toda la obra; sin embargo parece no existir unanimidad en el tratamiento del tema, oscilan– do entre el pesimismo de la sección de los diálogos y el optimismo de la visión del Hijo del hombre. De aquí han partido algunos para justificar la diversidad de auto– res. Otros, sin romper el criterio de la unicidad del autor, distinguen entre el punto de vista pesimista (Esdras) y el optimista (el del autor apócrifo). Mesianismo: El reino mesiánico será precedido y anunciado por grandes con– vulsiones cósmicas y señales prodigiosas en la naturaleza humana y animal. Los habitantes de la tierra quedarán estupefactos y habrá guerras entre ciudades, regio– nes y reinos... (la afinidad con el lenguaje de los sinópticos respecto del fin es muy grande). El Mesías es un personaje guardado por Dios para los últimos tiempos. Las figu– ras utilizadas para describirle son varias: figura como de hombre que emerge del mar (cap. 13), león (10,60 ss). Descendiente de la familia de David juzgará, conde– nará y salvará. Congregará al pueblo en la tierra santa. Este reino durará 400 años. Al cabo de este periodo, el Mesías y todos los hombres morirán y el mundo regre– sará al silencio primero de la creación. El más allá: Tras siete días de silencio empezará el eón incorruptible: la tierra devolverá sus muertos. Comienza el juicio último de Dios. La retribución será inmediata para justos y pecadores. Resurrección y juicio son acontecimientos que ocurrirán al final de la historia. Existe un juicio particular del alma que al morir se separa del cuerpo. La resurrec– ción les unirá de nuevo y definitivamente. Mientras eso sucede, las almas de los justos vivirán en unas cámaras --domicilios de paz- disfrutando de las siete alegrías: la victoria sobre el proyecto malvado, la visión del castigo de los pecadores, la seguridad de su salvación, la quietud y el descanso actual, la gloria que les espera, la inmunidad de la incorrupción y, sobre todo, la certeza de la próxima visión del rorstro de Dios. También las almas de los pecadores viven en un periodo de interinidad antes de incorporarse, por la resurrección, a sus cuerpos, pero no disponen de lugar de repo- 105
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