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IO MELCIIOR D1~ I'OBLADlJRA muchos temp1os deteriorados por los siglos y por la guerra, edificó uno 1mc,·o en 1Iayalde; cP1pleó 200.000 reales n en reparar el Palacio Episcopal de Zamora y habilitó el ele Toro. Visitó frecuentemente su diócesis y, ex– cepto en la primera, se rnantuyo en las demás a su costa, dejando largas nme~tras de su bencfic,encia y ardiente caridad. Protegía a los labradores ~4, dotaba doncellas pobres y creaba de este modo mteYas familias útiles a la Religión y al Estado. Y cuando renovadas, en 1820 a 1823, las doctrinas que comb,Ltiera en Cádiz, vió que se atacaban los bi,cnes del Clero, escribió una obra en dos volúmenes, en que trató de probar el dominio sagrado de la Igle~ia en los bienes temporales. Nadie s,~ atrevi0 a responder; enmudeciC, hasta la maldicencia. La obra estaba escrita con irrefutable copia de ra– znne~ y autoridades, y el escritor que reclamaban el dominio de los bienes era el más celoso administrador ele los pobres~¡;. Vacó en 1824 la l\Iitra de Toledo, y la opinión pública señalaba a Inguanzo como el más sabio y el más digno. No vaciló Fernando VII en el nombramiento ~ 0 • fü Arzobispo de Toledo, además de un Prelado ilustre, 11ecesitaba ser hombre de gobierno y de consejo. Primado ele las Itspañas y uno de los altos dignatarios de la Corona, ejerce grande influencia en lo~ negocios públicos, sentándose siempre en el Consejo del Rey. Inguanzo llenó dignamente ambas consideraciones. No hablaremos de su piedad, de su beneficencia, de generoso desprendimiento con que daba a lo~ pobres de su Diócesis más de lo que tenía mandado sus aclministra– dort"s pontificales. El labrador que sufría los rigores de un mal año recibía los granos para su siembra y alimento; el c¡ue veía perecer sus mulas acudía a su Prehdo, y todos recibían de su mano largas muestras de caridad evan– gdic:i. Protegió la Obra ele la Propagación de la Fe, dando crecidas limos– ms. Dió sin que se le hiciera la menor insinuación doce (mil?) duros a los Sacerdotes de la 1\1:i'.;ión ele S. Vicente de Paúl para auxiliarles en la construcción de una casa que estaban edificando en la Corte; trató de ase– gurarles una renta anual para su mantenimiento. Discurrió el ingenioso medio ele depositar en la Obra y Fábrica de Toledo cuantiosas sumas que ~e debían er1tregar paulatinamente para dotar doncellas; y dió muestras indelebles de su celo apostólico. Faltaba en la Diócesis Seminario Conciliar y empezó a construirlo con la gr;mcleza propia de su magnánimo corazón. Político profundo, a~istía a los Consejos del Rey, lamentaba las esci– siones que surgbn. DiC, avisos saludables por escrito sobre la marcha que debía seguin.e después de la revolución de julio en París, y clamó porque reunie,en Cortes para decidir la cuestión de sucesión y alejar los males que preycÍa de otro modo ineyitables. «Impiegó diecimila scudi per riparare il palazzo vesco\·ile di ZamDra.» G. ?\forw:--r, Di:::ionario, 19¡a. «Soccorse di sue limosine gli artisti e laYoratori di campagna.» G. 1,fo– J:o::,;r, J)i.~ionario, 19¡a. "" Véase más arriba, nota 7.

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