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4. ESTO ES LO QUE YO BUSCABA Después de pasarse tres años reconstruyendo las iglesias vecinas y clarificando su vocación, un día Francisco, oyendo misa, escuchó el evangelio de misión en el que Cristo envía a sus discípu– los a predicar el Reino recomendándoles no lleven para el camino ni oro, ni plata, ni dinero; ni alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni calzado, ni dos túnicas. Seguramente había escuchado cientos de veces este frag– mento evangélico y no le había visto nada de especial. Sin embar– go, esta vez estaba preparado para escuchar lo que había ido elabo– rando interiormente y no conseguía darle forma. Me refiero a los movimientos pauperísticos itinerantes de láicos que, sobre todo en el norte de Italia y el sureste de Francia, habían conseguido for– mar grupos evangélicos con unas características determinadas. El envío de los discípulos en misión es el prototipo de la vida evangélica en la que desemboca la vocación de Francisco. Después de largos años de oscuridad y vacilaciones encontraba, por fin, la forma de vida capaz de contener y expresar sus aspira– ciones. Aunque todos los modos de vivir en la Iglesia se refieran al Evangelio, vivir "según la forma del santo Evangelio" era un latiguillo que indicaba un modo muy concreto de organizarse evan– gélicamente que no se confundía con los demás. 13

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