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fin de abrazar más tarde la vida religiosa en aquél determi– nado Instituto ingresan en el Colegio. Los padres, además, se obligarán a respetar en todo tiempo la voluntad ele su hijo y a observar los estatutos del Colegio. No es raro en estos tiempos el caso rle familias que, arnsarlas por los rigores despiadados ele la crisis eco– nómica, se ingenian para roloc:ar sus hijos en los seminari-as diocesanos o en los colegios de religiosos, de los rualcs, una YCZ tcnninados los estudios humanís~ ticos, ~os retiran para continuar otra rarrcra más productiva y de más lisonjero porvenir humano. Por último será empe110 de los educadores de la Escuela Apostólica iluminar gradualmente a los alumnos para que se formen ideas claras sobre el problema de la vocación, a fin de que les impidan más tarde amargas desilusiones que traerían como consecuencia inevitable el descontento, la amargura, la mediocridad )' la infecundidad. 1'.o <1uc1-e1nos aln1as fouadas, pero tan1poro desainoradas del ideal. 'No se an1a ni se busca Jo que no se cstiJna y desea; y Jo que no se ama fácilmente st: desprecia. Pero téngase sien1pre en tuenta que el apn•do y la estitna de la vocación no deben ser hu1nanamcntc interesados ni 111eran1entc externos, sino c1ue deben tener una raigmnbre n1ás profunda e íntima~ <JUC arranque de la nlisn1a esencia de las c:osas. Con una prcparacton así iluminada los candidatos justipreciarán ron más facilidad las obligaciones ni poéas ni ligeras que ·van libremente a rontracr; y ]os superiores, a su vez, podrán más fácilmente hallar la rnntroprnd1a de la aptitud e idoneidad. de aquéllos. 7. 1vtedios y modalidades del alistamiento. La vrn::ación es una semilla depositada por Dios en el corazón humano para que vaya desarrollándose hasta su plena madurez con la ayuda de la gracia y de los convenientes me· dios humanos. Es necesario, por tanto, cultivarla con esmero para que no se malogre. Con este fin surgió la Obra de las voca– <.·iones, instaurada con el fin piadoso de impetrar del cielo socorros espirituales en pro ele las vocaciones y de allegar permanentemente fondos materiales, en especie o en metálico, a favor de los seminarios, colegios o escuelas apostólicas. El arma más podernsa y eficaz es la oración privada y colectiva: Rogate Dominum messis. Ilespués de palabra y por escrito suscitar simpatías, que se manifiesten en colaboración adecuada a las exigencias del apostolado moderno, hablando a los niños en las iglesias y las eswelas de la nobleza y excelencias de tan divino don; y hacer lo mismo, guardada la debida proporción, con los padres. A eso tiende también el llamado Día del seminario, r¡ue es una especie de cruzada de oraciones, conferencias y limosnas. Los directores y miembros de esta Obra deben tener conciencia de su fin nobilísimo y alejar de sus palabras y de sus métodos de alistamiento y recau– dación la idea vulgar de que se trata de .un simple negocio, para el que todos 6

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