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a; un curso superior. También los alu1nnos de los seminarios diocesanos J otros colegios eclesiásticos deberán presentar el certificado de los estudios hechos. 6. Cualidades morales. a) Buenas costumbres. - Es necesario examinar a fondo la índole, el temperamento y carácter del candidato, así como su conducta y la de su familia; para lo cual pueden ser de ayuda el párroco y otras personas ele confianza y solvencia moral. No creemos oportuno descender a más pormenores. b) La vocación. - Todas las cualidades físicas, inte• lectuales y morales de que venimos ocupándonos son com11 el marco que adorna y embellece el cuadro. El cuadro es la vocación religiosa; si ésta falta, puede sin más hacerse caso omiso de las otras; ni aun los superdotados deben admitirse. Dicho se está que sería necio y pueril buscar en los adoles• centes una vocac1on decidida y a toda prueba, con un conocimiento exacto y reflejo de los deberes que la vida re• ligiosa impone. Pero ya en tan corta edad es dable descubrir los indicios, las aptitudes, la inclinación que paulatinamente manifiestan el llamamiento divino. Y esto es lo que puede v debe exigirse y con redoblada atenciún examinarse. La S. Congregación Consistorial presuibía d l6 de julio <k 1912 que de ninguna manera se recibieran en el sctninario, ni .~iquiera para ]as clases ek· mentares, a ]os adolescentes que no n1anifestasen una deridida inclinacibn al estado sarerdotal, porque la experiencia ensella <1ue ello es c·ausa de la pérdida de muchas vocaciones (5). Y ,esta orientaciím ha quedado dcfinitivamentr san– cionada en el canon 1363 del Dered10. Pío XI insistiendo sobre este "particular y recordando decisiones de sus predecesores <JUicre que los setninarios estén exrJusi'vamentc destinados al fin para qut~ fueron instituidos. <¡ne no es otro <¡uc e] de formar los n1inistro~· del santuario. Reprueba enérgkamente la práctica contraria, atribuyéndole la escasez de sacerdotes en algunas diócesis (6). Por su parte, la S. Congrcgaci(\u de Religiosos rn la citada instrucción de 1931 aplkaha a las Escuelas Apostúlkas las pn.:s<'ripdones que acabamos de rernrclar (7). Hemos aducido estos testimonios - que podíamos multi– plicar - porque la cuestión de la vocación es básica para la vida floreciente de los Colegios. Antes de dar su beneplácito, los Superiores deben cerciorarse, empleando tocios los meclios a su alcance, de los móviles que impulsan a los niños y adoles• centes a tomar semejante decisión, pidiendo así a ellos como a sus padres o tutores el atestado escrito de que s610 con el (5) Cf. Acta Apost. Sedís, 1912, t. IV, p. 493, (6) Cf. Acta Apost. Sedis, 1932, t. XXIV, p. 76. (7) Cf. lug. cit. 5

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