BCCCAP00000000000000000000465

humana. Quien desea crearse una pos1cion y seguir una detenninada carrera, uo espera con los brazos cruzados hasta la edad adulta; los padres y los educadores van trazando al nillo y al adolescente el sendero que lo conduce v prepara para el ejercicio de la profcsiún qnc libremente elegirá y con amorosa providencia le at:ompañan en las diversas etapas del camino. Así se procede cu el t•ngranaje de la vida social. Ni hay por qué reprochar a la Iglesia y a las Ordenes religiosas si entauzan las aln1as jóvenes - respetando en todo su libertad - por los ouninos del santuario. Por otra parte ninguna profesión o estado panicular exige tantas garantías ni tales inforn1es sobre el conochniento. tapaddad y t.ualidadcs de Iu-, que estogc )' selccdona. 2. (¿uién de/Je seleccionar. Puesto que la Escuela .\postólica es una instüuci{m pro– vincial, nada más natural que el derecho de escoger y se• leccionar el personal radique en el l\iioderador de la misma, si b:en hallándose el Director en posición mucho más ven– tajosa para conocer y juzgar las aptitudes de los aspirantes, su conducta y cualidades, parece muy puesto en razón qm~ sea él encargado o delegado para admitir y despedir a los colegiales (2). A él incumbe dirigir los primeros pasos de los candidatos y modelar sus almas. Por tanlo a través de la tole<tividad busque i,il'1nprc e interésese" por el individuo, es dedr, profunditl' y estudrhle el abna de Lada alumno para t onocer sus vidos }' virludes 1 su~ debilidades, sus tendencias, sus iniciativas, etc Interesarse súlo en general por d bien de todos se reduciría a cultivar una pulagogía iinpe1sonal, posti1a~ siu base y sin fin; y por consiguiente, no podría taptar los cleinentos de juido nccessarios para la selección objetiva y prudente. Aun cuando de derc, lrn rnmpeta la selecdún de las \'Ocationes al Moderador Provindal o al Director de la Escuela, todos los 1nien1bros de la Provincia deben preotuparse serianu:nH' del prohlcnia del alistan1ie11toi puesto <¡ue 1edunda en bien o en nial de todos. Como es natural; los más llamados a hacerlo son tptit:nt·s se dedkan a los ministerios sacerdotales en el confesonario, eu el púlpito o m la cátedra. 1. Necesidad de un examen f>revio y riguroso. Cualquier empleo exige en quien ha de desempeñarlo una serie de cualidades proporcionadas a la importancia y trascendencia del mismo. Y siendo el Estado Religioso unn profesión de suma responsabilidad, la misma naturaleza de las cosas exige que sus individuos estén perfectamente dotados. De ahí que a toda selección debe proceder un minucioso y concienzudo examen de las cualidades morales del indivi-· duo, de su capacidad intelectual, de su resistencia física. Los exa1ninadores deben ccrdorarse 1l1uy bien de los móviles que impulsao al aspirante a ingresar en el Colegio; si el respeto huniano, los intereses, terreuo'ii (2) Cfr. Commentarium pro Relig,, 1935, t. XVI, p. 226.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz