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CARISMA Y TEOLOGIA DE SAN IlUENAVENTURA 475 primera de las mencionadas Collationes. /. Rat2inger planteó el problema en forma muy incisiva, y posteriormente ha sido tema de movida discusión. Con motivo de la polémica antiaverroista, frente a los impugnadores de la "forma vitae" de los mendicantes, el Doctor Seráfico habría llegado a una enérgica repulsa de la teología científica -resultante de la conjunción de los datos de la fe con la filosofía aristotélica-- para sustituirla por una teología fruto de la acción y revelación del Espíritu en el corazón de los varones espirituales. El que esta teología "espiritual", carismática, sea la prevalente en la nueva edad, última del mundo, se debería al impacto o :ontagio de las ideas joaquinistas sobre San Buenaventura. El problema suscitado por Ratzinger tiene bastante importancia para la historia y comprensión del pensamiento bonaveuturiano. Son varias las preguntas que están pidiendo una respuesta aquietante: La oposición entre la teología científica y la teología carismática ¿es ta fuerte como sugiere J. Ratzinger? Por otra parte, la repulsa de la filosofía podría referirse a la filosofía en general, a todo filosofía; o bien a cierta filosofía, concretamente a la filosofía de la izquierda aristotélica, el averroismo. Además, no se ve claro que Buenaventura repudie el uso, sino el abuso de la filosofía en el interior de la teología: Se puede echar agua en el vino, pero sin llegar a aguarlo del todo, lo que sería triste milagro. En un ambiente de exhortación parenética a los varones espirituales que le escuchan, Buenaventura exhorta a "emular los mejores carismas"; la captación vivencia!, saporativa, viven– cia! de la verdad divina. Pero no declara ilegítimo el esfuerzo y trabajo teológico en el sentido usual de la palabra. Tal vez haya que mantener un continuidad fundamental entre el primer Buenaventura de las Sentencias y el del Hexámeron. Hay en el Sentenciado una menor recepción de la filosofía aristotélica, en comparación, por ejemplo, con San Tomás. Se encuentra ya aquí también la idea de la necesidad de los dones para pro– gresar en la fe, para hacer teología. En los primeros escritos prevelece la influencia del don de entendimiento. Pero gradualmente adquiere la primacía el don de sabiduría, según apunta ya en las Collationes sobre los Dones del Espíritu Santo y se consuma en las Collationes sobre el Hexámeron. Varias frases de San Buenaventura hacen pensar en la esperanza de una especie de milenio espiritual para la Iglesia de la última generación. Esta idea no parece específicamente joaquinita. En Buenaventura está conectada con la idea de que la Iglesia de los últimos tiempos retornaría a vivir la pureza del evangelio con tanta intensidad como la Iglesia originaria de los

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