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CARISMA Y TEOLOGIA DE SAN BUENAVENTURA 473 del opúsculo "Reducción de las artes a la teología"; la cual, a su vez, está ordenada a la edificación de la fe y perfecto amor de caridad. D. Presencia de lo carismático en el proceso interno de la ciencia teológica. Entrando ya en el proceso interno mediante el cual la mente humana accede a la inteligencia de la fe, parece claro que esta inteligencia, en cuanto es posible al hombre viador, solo se realiza bajo la acción de los dones del Espíritu Santo, que incrementan y perfeccionan la fe. No ofrece interés exponer ahora la enseñanza de San Buenaventura sobre la teología como ciencia "scientia" en el sentido aristotélico más o menos preciso. Sintetizando podríamos decir que la ciencia teológica, para el Doctor Seráfico, aparece como resultado de este movimiento mental: Desde unos principios revelados, afirmados bajo la luz de la fe, la inteligencia humana siente el impulso natural, pero, sobre todo, el amor de conocer más acerca del Sumo Bien que se le ofrece como salvación. La conclusión teológica y la situación de la mente al afirmar las conclusiones es resultado del concurso de una doble luz: el lumen fidei y de la luz natural de la razón impulsada por el amor. Pues bien, para realizar este movimiento de la mente que marcha desde los principios de la fe a las conclusiones teológicas, en otras palabras, la inteligencia interna de los datos reveliidos no es solo efecto del lumen fidei y del dinamismo natural de la inteligencia, sino que se requiere la acción peculiar, nueva, del Espíritu Santo que se concretiza en la acción de los dones de entendimiento y sabiduría, principalmente. Los textos sobre la acción dona! en el proceso teológico se encuentran en varios escritos de San Buenaventura, desde el Sentenciario hasta las Colla– tiones sobre el Hexameron. En cuanto la teología implica una captación de lo revelado más perfecta que la que se obtiene por la simple fe, exige -según San Buenaventura- la influencia de los dones del Espítiru Santo. La teología es el modo propio que los proficientes tienen de conocer la verdad revelada. Por eso se atribuye a la influencia de los dones que, según la enseñanza común tradicional, se dan para perfeccionar las virtudes. Entre ellas la fe. Podría preguntarse si en esta teoría bonaventuriana sobre la influencia de los dones en los proficientes, no hay un residuo, si quiere inconsciente, de antigua concepción de la teología, de la sabiduría cristiana como gnosis que proporciona un conocimiento más perfecto que el de la fe, poseída por los simples creyentes. Ahora bien, esta intervención de los dones del Espíritu en el proceso teológico es una prueba de importancia y necesidad de lo carismático en el

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