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472 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, O. F. M. CAP. A. El "carisma" de San Francisco y la teología de San Buenaventura. Comenzamos por señalar la dependencia directa e interna que la reflexión bonaventuriana sobre los datos revelados tiene respecto de lo que en la actualidad llamamos "carisma franciscano": la forma específica con que Francisco de Asís vivió el Evangelio e intentó realizarlo en sí mismo y en la Comunidad. Sabido es cómo Francisco es presentado por la historio– grafía cristiana como uno de los máximos exponentes de la vida según el Evangelio. La forma vitae peculiar en que El quiso vivirlo era fruto en él "del Espíritu del Señor y su santa operación". El anhelo secular de la Cris– tiandad medieval de vivir el ideal de la "Ecclesia Spiritualis" encontró en Francisco el hombre más próximo posible al ideal añorado. Pues bien constituye ya un tópico para los estudiosos de Buenaventura la afirmación de que el pensamiento teológico del Santo es una expresión -en categorías científicas, filosóficas-- de las vivencias religiosas inme– diatas de Francisco. Buenaventura es la conciencia filosófica y teológica de Francisco. Hay una continuidad visible entre la "forma vitae" del Funda– dor y la "forma mentis" del Doctor Seráfico. A base de este hecho pode– mos hablar de la dimensión carismática de la teología bonaventuriana en razón de su enraizamiento en el carisma de San Francisco. B. Condiciones subjestivas para el estudio de la teología. En relación con la anterior constatación interesa indicar otra característica de la re– flexión teológica en Buenaventura: La reiterada y segura convicción que el Doctor Seráfico tiene de que, para llegar a la inteligencia fructuosa de la fe, es indispensable cierta actitud moral, espiritual, del creyente: La santidad de vida es condición indispensable para llegar a la sabiduría cris– tiana. Nadie puede entender las palabras de Pablo si no tiene el espíritu de Pablo. La santidad de vida es indispensable para lograr el don de la inte– ligencia, que a su vez lo es para penetrar en el sentido de la verdad reve– lada. Recuérdense las condiciones que exige en el prólogo a todo posible lector de su Itinerarium. La recomendación vale para cualquier clase de trabajo teológico. Ahora bien, la unción, devoción, admiración, gozo, pie– dad, caridad, la gracia divina pertenecen todas ellas a lo que venimos lla– mando elementos o impulsos carismáticos de la función teológica. C. Teología ordenada al amor y a la vida santa. La labor teológica que se inició y desarrolló a impulso de afecto y de los dones del Espíritu llega a su pleno desarrollo cuando se termina en la caridad y en la vida santa. Como testimonio fehaciente de esta afirmación podría leerse el final
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