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412 P. l\IELCIIOR DE POBLA.DURA (t:i8) Solo una vez (q. '14, a. 3) cita a Molina y alguna que otra a Cay...itano. Por tanto, al citar tres veces al P. Trigoso y remitir el lector incodicionalmente a su Suma inilica por los menos que es un teólogo de su confianza. Pero no basta considerar el número de citas, es necesario establecer entre los dos una comparación. Y he aquí cuál ha sido para nosotros el resultado d<~ dicha comparación: El P. 1lfarcos de Bauduen no pudo menos ele tener a la vista al componer si, obra los comentarios ele Trigoso. Diríase que se propuso hacer de la Suma teológica de éste nn libro de texto, nn libro manual, adap– tándolo a las necesidades de la esciwla. Bn muchas cuestiones no se distinguen sino es por él méto<lo y la mayor brevedad del P. Marcos; las mismas nociones y divisiones, las mismas pruebas, las mismas dificultades y no pocas voces todo al pÍt! de la letra. Si no temiéramos molestar al lector pondríamos aquí a dos columnas el texto comparado de entrambos autores. Si algnien quiere cerciorarse de estas nuestras afinnaciones f}Ue tal vez cree pecan de exageradas, compulse por sí mismo el siguiente cuadro qtw indica algunas de las cuestiones en que fácilmente se descubre la dPpendcncia o afinidad que entre los dos existe: Trigoso: Q. 3, a. 2, dub. 4, n. 2 y las con– clusiones primera y segunda: Q. B, a. B, dub. 6, n. l. Ibirl. a. B, dub. unic. Q. 7, a. 1, dub. 2. Q. 14, a. ,1, exp. t. n. 3. Ibid., a. G, dub. l. Q. 18, a. 10, dnb. 1, con las opi• niones novena y décima. J11arcos: Q. 3, a. 1, dnb. ,1, u. 2 y los di– vernos argumentos qno aduce. Q. B, a. 2, n. 1. Ibid., a. 3. Q. 12, a. 1, dnb. l. Q. rn, a. 1, n. l. Q. a. 1, dub. 2. Q. 2B, a. 5. Sobre todo, esta última cuestión indica el esftrnrzo del P. l\Iarcos en ordenar y reducir la materia del P. 'rrigoso, al mismo tiempo que la superioridad de éste en el campo teológico. Lm; citas pudieran multiplicarse, pero nosotros nos contentamos coi: sfiñalar otra razón por la que se puede probar la dependencia del P. Marcos de los Comentarios <le ,l1rigoso; nos reforimos al modo de citar, sobre todo a S. 'romás y a S. Buenaventura. Su– cede con harta freeuencia que al aducir el P. Trigoso el testimonio de S. 'l\Hnás como prneba dfi sus tesis no transcribe literalmente las palabras del Santo, sino sólo su sentido más o menos 1 ~011- cretamente expresado. Pues bien, esto mismo hace el P. :l\farcos de Bandne11, con la particularidad de que al referir el pensa– miento del Angélico lo hace en los mismos términos que 'l1rig·oso (cf. TRIG., q. 7, a. 1, dub. 2, concl. 1; :l\'Lrncos, q. 12, a. l, dub. 1).
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