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(49) BL P. PBURO 'l'R1GOSO DB GALATAYUD 393 Y ¿ habrá por ventura aun alguno que, no siendo o completa– mente loco u obstinadamente impío, al comtemplar este Libro no componga su vida y ¡n·ocurP confoemftrla a Cristo Crucificado?» (t ). Es manifiesto, por tanto, despu(>s dti cuanto llevamos dicho, que í1l P. Trigoso mantuvo siPmpre fm el curso de sn obra aquel carácter inconfun(lihlP de la tPologíu bnenaventnriana, qne con– siste en buscar en la ciencia el modo de unir más íntimamente nl alma con Dirn, ¡)()r modio (le! incendio del amor. Es de suma importancia, n;t,a, <l<>claración hecha por él ulismo: Bn gracia de mis lwrnrnnos he anotado estas co:-ms que miran a las cos– tumbres, pam qne eon el e;;tudio <le Ju doctrina del Seráfico Doctor se ilumine e1 entí~ndimiento e inflame la, voluntad » (2). Fácil es adivinar lo frutos que prodncirfa el estudio de la teo– logía llevado a cabo con este criterio. Bl perfume de la virtud embalsamada por el 1wrfume (le la ciencia llenó de encantos el claustro; la Orden Capuchina goz(1 sus frutos y los Pxtraños a 1!lla admiraron sus conqnistns; Pn ellos la tPologfa de S. Bnena– venturn contaba sus nwjores triunfos y sus mejores rocomenda– ciones. Arlnzcmmos siquiern nn te;;timonio en confirmn,ción de esta verdad. (~uiere probar el R.mo P. Santoro, de la H,eg. Obs., a sus rPlig;iosos qu<' la doctrina del Seráfico Maestro puede en– S1'ñars<~ con mucha utilidad en sn Orden. Pruéhalo con el hecho de ,1ue í'Xiste ya en el Uollegio dei l>odici Apostoli, de H,oma, con muy buenos resnltados una cátPdrn JH~rpetua, eu la que ¡;e ex– plica la dodrina seráfica, y lnPgo continúa: « y vémoslo elocuen– tementf~ confirmado en nuestro,; Padres Capuchinos, los cuales Pl18Pñarnlo la doctrina de ~- Btwnaventnra, se ven enriquecidos de riqiwzas ci<>ntíticas y mornles » í8). Y n6tese que el P. San– toro escribía •~n ! G48. Y nadie 110s tilde de exag·ern<lmi por haber insisti<lo dema– siado en p,;te ('at'ácü•r de la Suma teológica de S. Bueuav<·ntnrn <h• Trigoso, porque ha sido para, echar los fundamentos de esta conclnsi(m que brevemente pasamos r1 proponer a la considera– ción del lector: El P. 1 1 rigoso comprendió perfectamente la mentalidad de la Orden Capuchina en los últimos decenios del siglo diez y seis y supo adaptarse en sus estudios tPológ:icos, sPa como pro– fesor ,;ea eomo escritor, a la finalidad <¡ne ésta pretPndía al psta- (1) Q: UJ, a. 3, dub. l. Q. 7, a. 2, exp. text., not 7. Jiorales commentaríi in statuta et constitutio11es Ord, FF. ilfin, S, P, N, Francisci de Oóseri,antia, p. J,10, Romae, 1643,
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