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P. MELCHOR DE POB!,AIJUHA genuino espíritu de S. Francisco, el cual quería que de ningún modo sus Frailes se entregaran tan de lleno al estudio de la ciencia que por él apagaran el espíritu iie la santa oración y <levoción, al cual espíritu todas las demás cosas tempomles deben servir (1). Por otra parte, la competencia teológica del P. 'l1rigoso es indiscutible. Educado en las escuelas de los mejorPs tfl<ílogos de su tiempo; profesor él mismo de teología tanto el tiempo que vivió entre los Jesuítas como después que ingres<í en la Orden Ülli¡mchinn; lector asiduo por más de cuarmita años <le las obras <le! Angélico y entusiasta admirador de las del Seráfico, se nos revela en la primera parte de su Suma teológica de S. Buena– ventura como nn teólogo clásico, concienzudo y profundo, que tal vez podrfa colocarse al lado de los grandes teólogos de su siglo. El aplauso con que el público docto lo recibió fué uni– versal, cumpliéndose así los votos del Doctor Diego del Castillo, can6nigo de la I. Catedral de Palencia, examinador que fué <le su libro por encargo del Maestro del Palacio Apostólico, Fr. Bartolomé de Miranda. « Leí, dice, los Comentarios del tomo primero de la Suma teológica de S. Bnenaventura, editada por el doctisimo y religiosisimo varón Pr. Pedro Trigoso..., en el cual trata el prestantisimo autor de las perfecciones divinas, y con– fieso haberlo hallado tan lleno de las bellezas de la teología escolástica y con tanta industria e ingenio resueltas las más serias y difíciles cuestiones, que en verdad merece ser tenido en gran estima y aprecio de los varones más doctos. En él, además de .las difíciles cuestiones de la S. Teología, las cuales expone con asombrosa facilidad el autor, se explican según las inter– pretaciones de los SS. Padres mnchas y difíciles sentencias de la 8. Escritura, se declaran asimismo muy a menudo los decretos de los Santos Concilios y las opiniones de los Santos Padres: encuéntrase también en este preclaro libro un arsenal de ma– terias predicables dispuesto segírn el orden de las festividades ilel año; y, finalmente, de tal modo se exponen en él las difí– ciles cuestiones de S. Buenaventura, que no hay más que pe– dir» (2). Naturalmente, el documento en sí considerado tendría muy escaso valor objetivo, ya que elogios de esta índole no son por lo general sino fürmulas más o menos expresivas que la mayor parte de las veces equivalen u un simple y obligado cumplimiento. Pero en el caso presente tenemos algo más, el (1) Regla, c. V. Véase entre las aprobaciones de la obra.

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