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EL CAIWEAL VIVES Y LA BEATIFICACIÓN DE FR. DIEGO J. DE CÁDIZ 847 c;lel título de esta obra, reservamos para último lugar la gloria que c:abe a·1 padi·e Llevaneras en ia beatificación del apóstol de la Divina Pa_stora y en pregonar sus virtudes con la publicación de su portentosa vidq. Los capuchinos andaluces, a raii de la muerte de fray Diego, intenta .: ron abrir el proceso ordinario de su beatificación ; intento fallido por la invasión francesa (1). Apenas se rehicieron , lo incoaron y llegaba a su fin cuando advino la exclaustración, r etardándolo hasta el 1852 en que lo llevó a Roma el padre Jo .sé de Llerena (2), ,el cual en 1862 f ué nombrado postul ador de la causa apostólica y con celo prestanHsimo la ·terminaba dos años más tarde (3). Al mismo tiempo Dios se complacía eri obrar por interces ióD de su siervo dos ruid os ísii11os milagros, que sirvieron. para su beatificación. En el 1862 curaba instantáneamente a la hija de la caridad sor Ade– la,ida Quirós , tubercul,osa en sumo grado y ya en período agónico. En el 1867 se _exhumaba el cadáver de fray Diego y con pasmo del tribunal, de los médicos y del público, aqu ellos huesos áridos comenzaron a .sudar sangre. El postulador presenta los dos prodigio ::, a la Santa Sede: el primero no daba lugar a duda y fué aprobado; pero el seg·undo hubo de sufrir un proc~– so pericial, largo y rigorosísin10, por ser único en la agiografía cristiana. Recabando pruebas y experimentos se hallabá el padre Llerena cuan– do le sorprendió l.a muerte (1886). Para sucederle fué nombrado vicepos-: tulador .el padre C alasanz a quien cupo la suerte de terminar el proceso y obtener el breve de beati f icaci.ón. El dinamismo proverbial del padre Llevaneras , unido a la devoción que profesaba a fray Diego', no paró aquí, sino que en sus visitas a Espa– ña se dedicó a recoger, con paciencia benc;lictjna, autógrafos Y. documen:.. tos r.efe;rentes al siervo de Dios y escribió su Vidq documentadé! del beato Diego José de Cádiz, obra monument_al labrada con fuertes sillares de documentación , seren 9 e_n todos. sus juicios , que no envejece con los años, sino que es fuente vital paré) los biógrafo_s, del taumaturgo. En ella dedica el capítulo LXIX él :relatar la gran devoción que fray Diego pro::esó siempre a la Virgen María, particularmente en el título de Pastora, sobre la cual dice: «E ntre todas las advocaciones en que invocamos y veneramos a nuestra gran Reina, las que más l'lamaban su atención y a las que mani– festaba má:\ afectuosa devoción .eran a la de la Pastora y a la de la Paz. «Por extender el culto de la primera, como buen capuchino, trabajó mucho. En los conventos en que no había imagen de la Señora en el traje · y acción •dz pastorear a las ovejas que su Hijo le encomendó desde la· cruz , donde consumó su dicho, lJonus Pastor animam suam. da! pro ovibus suis, la proporcionó; y en todos se le hizo novena con mucha con– currencia y conocido fruto de los fieles. De esta advocación predicó mu– chas veces , siempre con particular _novedad y ternura, logrando aumentar el húmero de los devotos de la Señora y el acrecentamiento de · su culto » (4)'. · 1. P,wc., Resr. AD ANIMADV., p. 24_ y s. - 2. Ib. - 3. Ib. - 4. O. c., p. 163. Para esta.fecha conocía ya el padre Llevaneras algo de la obra de fray Diego en pro de la fie sta_de la Pastora, pero no st: importancia porque la omite.

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