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846 LA DIVINA PASTOllA Y BL BTO. D'IBGO J. DB C. los estimqba como bien necesa– rio para su alma_, no lo es me– nos que los trasducía en defen– sa y servicios dél Pontífice, lle– gando a ser, sin superación, uno .de los auxiliares más pode– rosos de León XIII y de Pío X en el ministerio de apacentar la grey de Jesucristo. Pué d,¿l do– minio público la parte principal que el cardenal Vives tuvo en el decreto Lamentabili y en la encíclica Pascendi, en los que el Papa descubre , refuta y con – dena los errores del modernis– mo y a los feroces lobos que los incubaban y defendían. Por esto más que a Pío X hicieron blanco de su saña al que creían autor de aquellos sapientísimos Su Santidad Pfo X en una conferencia con el cardenal Vives. documentos. El golpe fatal contra el modernismo, para librar de su pon– zoña a la grey cristiana, estaba dado y lo dió Pío X valiéndo se de un após– tol de la Divina Pastora. Con motivo de su mL:erte fueron innumerables los elogios publicados , que pregonaban el triple ideal del purpurado. Lo Missatger del Sagraf Cor de jesús, de Barcelona, decía: ~En toda la historia eclesiástica tari rica en altas "lbnegaciones y en pura oblación al espíritu , las mayores fidelidades tienen por hermano al cardenal Vives, instrumento infatigable de Dios, dulce amigo de Jesús y de María y el primer súbdito en el mundo , por jerarquía y por devoción, del pontificado » (1). El mismo Pío X, testigo de las sublimes virtudes del cardenal, se hizo eco de la voz del pueblo y al saber la noticia de su muerte, exclamó: ¡Abbiamo perduto I' amico piú fidele della San/a Sede!; y en precioso autógrafo dirigido a los estudiantes del Colegio Español, con motivo de la colocación del retrato del cardenal en la sala de visitas, confesó pública-_ mente estos tres grandes amores del purpurado, escribiéndoles: «A los amados hijos los alumnos del Colegio Pontificio Español, con el deseo de que, contemplando la querida imagen del añoradísimo cardenal, José Ca– lasariz Vives ·y Tutó, recuerden siempre el luminoso ejemplo, que les ha dado de todas las virtudes y sus cálidas exhortaciones de adoración al Santísimo Sacramento de la Eucaristía, de devoc'ón a la Virgen Inmacu– lada y de ilimitada obediencia y reverencia al Vicario de Jesucristo ,) (2). Estos fueron los tres amores del c~irdenal, por ellos vivió, sufrió y murió, porque sabía que sólo con ellos ern posible apacentar místicamente las almas, cuyo Pastor Supremo es J(:.sús; su representante, el Papa; y María, la Pastora universal de las owjas y de los pastores y hasta del mismo Dios. Quebrando el hilo cronológico y cual broche de oro representativo , 1. Ib:, 472 - 2. lb., pp. 327 y s.

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