BCCCAP00000000000000000000461

.DEVOCIÓN DEL CARl)ENAL VIVES A LA DIVINA PASTORA 8Ó3 chas. Ha de-entrar en el cielo , como el padre Melchor, con un buen bata– llón de peddores convertidos y, mejor diré, con un ejército ; ¡Cuántb envidio la suerte de los apostólicos. abnegados, y dulces y amados misioneros! Y muy de corazón beso los preciosos pies de lo,s que evapgelizan la paz , de los que evangelizan el bien... ! ¡Qué dulce ser zagal de la Divina Pastora para guiar hacia Ella innumerables ovejas perdidas! ¡Qué felicidad ser porteros místicos del Sagrado Corazón de Jesús para introducir en Él rebaños enteros y grandes, que en las borrascas del mündo se perderían sin rert,e– dio! Ame, ame, ame mucho, muchísimo a la Divina Pastora, y con su pu– rísimo corazón ame sin i11edida y con toda su alma y p'ersoná al duicísimo y amorosísimo Sagrado Corazón del Pastor Divino Jesucristo , y por el triunfo de <!Sle Amor sacrificadlo todo y consumíos totalmente en Él y por El. Y en vuestros ejercicios de' apostolado y fervor apostólico pensad en este pobre padre Calasanz, siempre Daniel de ínfima clase en deseos de Dios y de salvación de las almas , pero sincero y pobrecillo Daniel. Pedid todos mucho pará que sea yo siempre mariano, y todo eucarístico, y del superdulcísimo Corazón d.e Jesús. Toda la tierra y lo de la tierra es nada , Jesús y María son todo . Vivamos y_muramos por ellos , paréi ellos y por sus intereses, q\Ie s·o1i:;IÓs de las almas » (1). Basten esas Ifn'e•ás, de un corazón ardiente y enamorado, para colocar al padre Llevaneras en el número de los grandes apóstoles de la Diviria Pastora. A fines del sigloXIX la: fama del gran capuchino, como varón virruo– so y sapientü;iimo, llenaba la ciudad eterna, sh¡ndo el brazo derecho de su Orden y de la Santa Sede. Ya León XIII habíalo enviado como legado suyo al Tes.ino , y lo puso de asesor en el concilio plenario latirio ameri – c.ano. Su nombre sonaba como certísimo candidato de la púrpura con la que glorificaría a la Santísima Virgen. . . · En efecto, el día 19 de junio de 1899 le anunciaba la Secretaría de Es– t~do de la Santa Sede que el Papa lo había agregado al colegfo cardenali – cio. El nuevo príncipe de la Iglesia, cardenal Vives y Tutó, a.penas depió preocuparse de lo referente al escudo de sus armas. La elección de motivos heráldicos estaba decidida, y fué la de dos de sus grandes amores: léi Orden capuchina y la Divina.Pastora. · . . El escudo él parece partido horizontalmente en dos cuarteles desigua– les: en el superior, que es de un tercio y campo a·zur, va el jefe o blasón de su familia capuchina; en el inferior, en campo de oro y a fuer ele su ejecutoria, la Divina Pastora con su Hijo en el regazo y rodeada de ovejas; el mote es eminentemente mariano, síntesis y expresión de lo que sentía y. predicaba de la Santísima Virgen: Vita, dulcedo et spes nostra. Vida,. dulzura y esperanza nuestra; lo que valía para él la Divina Pastora; lo q4e ansiaba que fuese para todos los hombres . No sabemos de ningún otro prelado anterior que honrase sú heráldi– ca con la Madre del Pastor Divino; la idea original es suya y después tendrá imitadores. · La extraordinaria popularidad que se había granjeado con sus virtu– de~ y prácticas marianas como con sus publicaciones y altos_servicios 1. lb., p. 154. 107

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz