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83Ó LA DÍVINA PASTORA Y BL BTO. DIBGÓ j. DB C. El objeto priii10rdial de las preces y rescripto fue la _extensión de la . fiesta de la Divina Pastora a ioda la Orden capuchina jam afumnis His– paniae afiarumque provintiarum cum officio et missa concesum, misa y oficio que son los aprobados por Pío VI (1795) y ampliados (1806) por Pío VII, o sea aquellos que denominamos de los capuchinos españoles (1). Pero 'por una anomalía lamentable nuestra Orden comenzó a rezar y sigue rezando los concedidos a las iglesias de Etruria, los toscanos. Durante mucho tiempo perseguimos la existencia de alguna disposi– ción que autorizase o explicara tal cambio, pero siempre con resultados negativos. Consultamos el caso con personas peritísimas y ante la reali– dad de los documentos dijeron ·que ciertamente se habían suplantados unos oficios por otros, tal vez por no conocerse los capuchinos. Alguien nos ha escrito que quizás los superiores, compulsando am– bos rezos, optaron por los toscanos. Pero· no admitimos tal suposición, porque si así lo querían, debieron solicitarlo, pues una vez concedidos unos, no entraba en sus facultades cambiarlos por otros. Por nuestra parte creemos que los actuantes no dominaban bien el asunto: los no españolés. porque ni habían rezado de la Pastora·, y los es– pañoles, porque, si rezaron, fué una o niuy pocas veces por vivir casi siem– pre en el extranjero. Ade:nás , el Triduo del padre Potries andaba de mano en mano con el oficio y misa de Toscana, generalizados en Roma y fuera. Todo lo cual pudo traer cierta confusión, identificando unos oficios con otros. Ciméntase nuestra hipótesis en el silencio de la exposición sobre.lo referente al historial de la primera fiesta debida a fray Diego. En ella, pa– ra obtener la que comentamos, acumuló el padre Calasanz cuantas noti– cias pudo con el fin de mover a la Santa Sede en favor de la gracia. Ahora bien: uno de los más eficaces y preciosos motivos es el haber tenido su origen el culto litúrgico de la Divina Pastora en la Orden capu– china y haberlo alcanzado para los capuchinos españoles el siervo de Dios fray Diego, cuyo nombre en todo su esplendor, resonaba en Roma por aquel-los años, porque estaba terminándose su proceso de beatifica– ción y por los dos portentosos milagros, que acababa de obrar y sirvieron para la misma. La fuerza de este motivo nadie puede negarla. ¿Por qué no lo expuso? A nuestro parecer porque no lo conocía a fondo. De otra manera el padre Calasanz tan amante de su Orden, del taumaturgo y de la Divina Pastora, de saberlo , no lo hub¡'era silenciado. Las consecuencias fueron, además del cambio del oficio y misa, el no hacerse, en el rezo, mención del patronato concedido por la Santa Sede a los capuchinos españoles, el cual pudo considerarse extendido a toda la Orden en la nueva concesión. Pero nada de esto se tuvo en cuenta por la subsodicha céluM. Actualmente por decreto de León XIII (4 de diciembre de 1894), están confirmados el oficio y misa de Toscana para _la Orden capuchina, y de titas porro Sua, referente subscripto Sacrorum Rituum Congregationis Secretarlo, benigne pre– eibus annuere dignata est; dummodo Rubricae serventur, Contrariis non obtantibus quibus– cumque.=Die 19 Novembris ! 885, = D, Card, Bartolinius S, R. C, Praef ==Laurentius Saba, ti, S. R. C, Secret.-Ib, L Véanse en pp. 346-50 y 541-45.
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