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BL P. jQSÉ C , OE LLEVANBRAS 819 · La magnitud, pues, de su figura moral no eabe eii. los estri?c)los lími,.. tes de este libro y por fuerza debemos ceñir su estudio a una sola faceJa de su vida, la que precisamente cuadra mejor a la índole de nuestra obra. Tal es su jevoción a la Virgen María, y particularmente, en su título de Pastora. Débese, ante t.odo decir que el alrriá del padre Llevaneras fué siempre emi11entemente mariana, marianísima. Emulo de los santos Efrén, Ansel – mo , Bernardo y Buenaventura, amaba a la Virgen como un niño a .s'u ma– dre; si n ella no se encontraba, potque sólo. su presencia le prestaba ale– gría, protección y confianza . Su devoción mariana era algo sintomático que connotó todos los actos de su vida . Tenemos la prueba en su diario , cartas, ·apuntes, libros etc. , que son verdaderos mosaicos de plegarias, coloquios ardientes , efluvios de amor que brntaban de su pluma como el aroma de las· flores. El prime·r nombre que le enseñó su madre a deletrear fué el de María; de pequeñín lo llevaba al templo para orar ante 1~ imag·en de la Virgen y se lo consagró como un pr esagio de lo que había de ser. Refiriéndose a taks escenas, escri bió: «Oh Mctría, escuchad las súplicas de mi tierna madre.. . y cuidad de mí y de mis hermanos .. . Seáis mil veces bendita por haberme dado una 111adre ·que tanto os amó y suplicó por nosotros.·.. Oracies, oh María» (1). · A los diez y ocho años , en el sábado santo del 1872, apuntaba en el diario: «¡Oh dulcísima Madre mía , cuán terribles han sido vuestros dolo- . res! ¡Oh '.Vlaría, ¿qué pensabais y sentíais en vuestra soledad? ¡Oh María, yo soy vuestro hijo »·; y, al comenzar el mes de mayo, continuaba: «Más devoc:ón siempre creciente a la Madre de misericordia, ¡Oh Madre mía, cuán buena suis! ... Desde hoy más que nunca quiero ser vuestro hijo. Recibidme por tal» . Cuando en el Ecuador (1825) sufría aquellas convul– sionúi , notaba en el diario: «In te, Domine, speravi.. . Acuérdate . de la cruz. Valor, ¡Oh M .:i ría! a vos me abándbno ». Siendo director del Colegio sa~fico en carta desde Perpinán (27 de enero, 1881), escribía: «Dos se:-– ráficos se van. ¡Oh María ; yo os los doy. salvadlos, salvalos, y aceptad mis penas para su salud!... ¡Oh Jesús, oh María, :,alvad mis hijitos! No abatirme si se encuentran penas en la dirección de los súbditos a Dios. On Dios mío, Jadme penas y salvadlos a ellos •. . Abandonarlos porque sufro, jamás, jamás, jamás. ¡Oh Mana, ayudadme y s_alvadlos!» Con motivo de la persecución religiosa peligró el Colegio seráfico, y el 22 de marzo anota: «¡Eco/e conservée! Fiat voluntas tua, o/1 Domina mea. Oh María, enseñadme y dir,gidme.. . Día 29: Definitivamente se con– serva la Escuela. Deo gratias .etMariae» . Un libro voluminoso pudiera componerse espigando las flores ·maria– nas de su diario y escr itos, donde invoca a la Virgen, le habla, se propo– ne imitarla y repite tantas veces su dulce nombre, que el guarismo resul,– taría.fabuloso. Si no se conocieran las grandes actividades de su vida, ,cr.eeríamos que no hizo en la tierra otra cosa, que amar, e invocar a la Virgen . Véase como -ejemplo la plegaria que compuso , ·cercano a la filgonía , 1. Ib., p. 5.

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