BCCCAP00000000000000000000461
818 LA DIVINA PASTORA .Y EL ·BTO. DIBGO J. DB C. siempre los pasos de la vida del hombre aquí en la tierra, en la Nida del cardenal Vives es una mano casi visible;. y como al antiguo profeta el es– píritu del Señor lo asió por los cabellos y por los aires lo llevó a Daniel para proporcionarle el sustento que necesitaba , así la mano omnipotente del Señor condujo a través de los mares y por distintas naciones de fo tierra al hijo del carpintero de Llevaneras, y lo trasladó a Roma , por pro– videnciales peripecias, para hacer de él el auxiliar fiel y eficaz del Vicario del Hijo legal del carpintero de Nazaret, en el gobierno espiritual de todo el mundo cristiano > (1). No nos es posible seguir el curso de.este astro gigante, que brilló en el cielo de la Iglesia tanto por sus preclaras virtudes y celo apostólico , como .por su cultura, publicaciones, y entrega total al servic io del Romano Pontífice. Su vida de capuchino y de cardenal. henchida siempre de gestas y trabajos heroicos, necesitaría de varios volúmenes y sólo en/onces se conocería a fondo la obra de este varón p,rodigioso, enviado por Dios para iluminar , primero, a la Orden capuchina en su restauració n y a la Iglesia después, en la angustiQsa :ioche del modernismo. Dotado de un alma eminentemente piadosa, enamorada y esclava del Cn¡cificado y de su Corazón Divino, no busquemos al padre Calazanz en los bullicios y exhibiciones, sino en el retiro, en un ión eón Dios, or~ndo o trabajando. Este es el secreto de su dinamismo y de su labor casi so– breh.umana. Siempre fué pobre, aún cuando vistió la púrpura; siempre amantísimo de la Orden y je la austeridad capuchina, de la que fué per– fecto modelo; siempre superior providentísimo , insobornable ante el im– perio del deber; parco para sí, magnánimó para los demás; obPdiente y obsequioso con la autoridad; dulce y afable con todos; humilde en su compostura, en el vestir, en aceptar honores, esquivando siempre toda ostentación , hasta una visita de cardenal a España que hubiera sido su apoteósis. . Con motivo de su muerte la prensa d.e todos los matices dibujó el re•· trato del cardenal siempre acusando los perfiles de aquellas óptimas cua– lidades: El Osservatore Romano escribió: «La doctrina sólida y profunda , la piedad ejemplar, la austeridad de vida, la suavidad y bondad de su áni– mo, la caridad hacia los pobres y lo·s desgraciados , el celo abnegado e infat'igable por la tutela de los intereses religiosos, por el cumplimiento de sus altas y delicadas misiones y en favor de innumerables Obras .e Insti– tutos de los cuales era benéfico protector hacían de él, además de un tim– b~e de honor y precioso ornamento del sacro colegio , un ejemplo y un modelo de preclaras virtudes sacerdotales» (2). La Civiltá Cattolica , por su parte añadía: «Verdadero modelo de ob– servancia , de firmeza y rzctitud de carácter, el llorado difunlo unía las más grandes sencilleces de vida con la alteza de la dignidad y recordaba a .los contemporáneos uno de aquellos tipos de la integTidad sublime de los antiguos tiempos > (3). Basten esos testimonios, aunque se pueden recoger muchos otros por centenares, igualmente evocadores o más de sus extraord i narias prendas de piedad y sabiduría. l. ÜRACIÓN FÚNEBRE d~l cardena l Vives, tráela de Esrnoros FRANCISCANOS el P: A. de Barcelona, o. c., pp. 259 y s. - 2. lb., p. 468. - 3. lb., 469.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz