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802 LA DIVINA PASTORA Y EL BTO. DIEGO J. DE C. Hasta aquí nos ha hablado el venerable, a quien hay que agradecer que legara este precioso documento, escrito y firmado con su puño y le– tra, para que se pueda aprender y apreciar el medio de que se valía para sembrar la paz en los pueblos, que no era otro que atraerlos a Jesucristo limpiando sus conciencia::;, y lo conseguía maravillosamente con su celes– tial Pastora_, que con silbc-s amorosos rendía los duros corazones. Sin abandonar la predicación de los pueblos había llegado la hora de que con sagrara parte de ::;u actividad a la fundación del nuevo convento. Para ello cedió el obispo una iglesia medio derruida en Santa Tecla, dedi– cada a la Virgen del Carmen. Casi todo el año 1867 duraron las obras del convento y de la iglesia . El título del Carmen lo cambió por el de la Divi– na Pastora . dejando a la posteridad un monumento de su encendido amor y devoci ón a su Madre y Patrona. Preparó una hermosa imagen , para que presidiera el templo y la c:epositó en el colegio episcopal donde se hospe– daba. En la tarde del últi mo día de febrero de 1868 la llevó en procesión solemne desde dicho punlo a su igle.sia, donde la bendijo el señor obispo. A la mañana siguiente sonaron los cañonazos reglamentarios anun – ciando la llegada del presidente de la República , que asistió a la solemni – dad con el gobernador y el ayuntamiento. El señor obispo celebró de me– dio pontifical y predicó el sermón de acción de gracias el padre Esteban, anunciando que en aquella misma tarde se comenzaba una misión de quince días. El presidente, reconocido al pacificador de su pueblo y ma– nifestándole su inmensa gratitud , le ofreció su ayuda -para terminar las obras dotándolas de agua y de todo lo necesario. Véase cómo describe nuestro venerable el rete.blo mayor de la iglesia con sus nimios porme– nores : «Las g radas del altar mayor, el frontal , sagrario y tabernáculo son de caoba bien labrada y tan lustrosa, que se deja ver el rostro como en un espejo. En el camarín , que casi ocupa todo este altar, se ha representado un paisaje: nubes , montañas , volcanes, fuentes, cascadas, el mar con em– barcaciones, casas con habitantes, prados donde están paciendo las ove– jas, el lobo que las persigue, el án g el con la lanza o dardo en la mano para defenderlas; por último, dos hermosos árboles cargados de lozanas hojas y flores bajo los qt.:e se halla la Divina Pastora , dominando majes– tuosamente todo el paisa:e e inspirando una tierna devoción » (1). Esta iglesia es una de las obras más gloriosas y permanentes del apostoladopasforeño de . venerable . Desde el día de su bendición se hizo centro de pi edad ; continuame.nte afluían a él romeros de pueblos lejanos, para limpiar sus concieocias y acogerse a la protección de la Divina Pas- . to ra ; a diario subían muchos fieles de rodillas la rampa que da acceso a la iglesia y en poco tiemJo llegó a ser el santuario más célebre y visitado de la República. Todo es íe movimiento hizo que Santa Tecla o Nueva San Salvador superase en r. úmero de vecinos a la capital, y era voz común que el crecimiento de la ciudad se debía a las muchísimas familias , que vini er o n de fue r-a para e::; tablecerse allí y poder disfrutar de los beneficios es pirituales del padre E steban (2). l . Tráelo P. Estell a, o. c., ::>. 327 y el C RONICÓN más exten samente, p. 155. - 2. P. Es– tel la, o. c., p. 329.
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