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788 LA. DIVINA PASTORA y EL Ero. DIEGO J. DE c. Los efectos de esti:i m sión senín como los de la milagrosa pesca de Tiberiades. Referente a e la escribió a su familia el padre Lorenzo de Matará: «Caminábamo a pie. Mis compañeros son el padre' Llisá y un capu– chino navarro llamado padre Esteban de Adoain, que era el mejor misio– nero que tenía el padre Claret en Cuba. En treinta días, que duró la misión, pasaron de ochocientos l05 que legitimaron su unión con el sacramento del matrimonio. Todo el santo día pasábamos en la iglesia, y nunca po– díamos concluir con los penitentes. Todo el día quemaban incienso delan– te del estandarte de la Div:na Pastora ». Comulgaron tres ri,il fieles. Al partir los capuchinos , el día 16 de enero de 1857. aunqu~ fué muy de m¡idrugada, el pueblo estaba ya de pie, alegrando las cafles y plazas para despedirlos. «Millares de personas seguíanles cantando la Salve y el Ave María, y vitoreando a la Divina Pastora • (1). . Lo mismo ocurrió en las otras poblaciones misionadas en el departa– mento de Escuintla. La primera fué la de Don García. A dos leguas del pueblo estaban arrodilladcs los vec_inos esperando a los misioneros, y al divisar el estandarte de la :Jivina Pastora con gran devoci ón empezaron a cantar el Ave M«ría, mienfras la Divi_na Misionera atravesaba los arcos de flores que había levante.do la piedad de los dongarcieños. Más de mil comuniones y ciento doce 7,atrimonios de amancebados fué la bendición que la Reina del c_ielo daba a los hijos de Don García. No menor fué el triunfo en Santa Lucía, donde la misión despertó tal entusiasmo; que hasta los patronos y señores mandaban a sus criados y operarios para que asistiesen a todos los actos misionales. Cerca de dos mil comuniones se repartieron y se legitimaron doscientos cuarenta y dos matrimonios (2). De aquí pasaron a Sar.ta Ana Anistán. ¡Magnífico espectáculo el que presentaba los alrededores del pueblo con sus ve.cinos, todas las autori– dades y la imagen de su Patrona, llevada bajo palio para recibir a los misio– neros! Más de veinte arcos de follaje, erigidos de trecho en trecho, ador– naban ,el camino de la procesión; al penetrar bajo ellos. la Divina Pastora el público, enardecido de fe~vor, cantaba: Dios le salve, Reina y Madre de misericordia... La conmoción del pueblo fué extraordinaria, hasta el ex– tremo de suspender su discurso el venerable ante la emoción y lágrimas que embargaban al auditorio. Los vecinos del aledaño, Tesenaco, acudían diariamente a la misión y, no pudiendo traer a los ancianos y enfermos, pidieron que fueran los padres a confesarlos. Nuevo triunfo de la Divina Pastora, que arriba a es– te pueblo badeando el río , donde la reciben con el mis_mo exorno y entu– siasmo que los de Santa Ana, como lo hicieron, pocos días después, los h_ijos de Gomera, aldeita ¡::equeña, repartiéndose en estos tres lugares ocho_cientas comuniones y habiéndose leg·ifimados ciento diez y siete ma– trimonios (3). Jornada memorable es ésta durante la cual, en el corto tiempo de dos meses, logra el padre Estetan santificar todo un departamento, tray~ndolo l. lb., pp.. 244-46. La carta de 20 de febrero, 1857. - 2. P. Ciáurriz, o. c., pp. 253 y s· - 3. lb., pp. 254 y s.

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