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• · V. t>. ESTEBAN DE ADOAIN EN CARACAS 779 La persecución, sin embargo, seguía adelante y se acentuaba con el cambio de ministros, más izquierdistas, que osaron expedir una orden para que en el _téi'mino de tres días se ausentasen de la República los capuchi– nos residentes en Caracas (1849). El pueblo, que los amaba, se l~vantó contra tal injusticia, de la que pr otestó el cónsul _de España y ésta envió sus barcos de guerra a aguas de Venezuela para defender el derecho de sus súbdito_s·. Era un conflicto internacional y cayó el gobierno, pero el mar de fondo continuaba amenazando. Era la .masonería que desde sus · cubiles, en oposición con el sentir del pueblo, lanzaba sus tiros .para entor– pecer y anular el bien que hacían los misioneros. El padre Este~an, a pesar de lodo, con libertad apostólica, continuaba sus misiones en la capital y fuera. Así lo dice en una .de sus cartas: «He11os estado en guerra. Al presente en paz. Pero: siempre amenazados Con la misma .. . Salimos a los pueblos a hacer mis iones con mucho fruto en Jas almas. Las gentes corrían de todas partes a oir la . palabra divina. Los concm:'sos han sido g1;andes y los ilantos •y sollÓzos tales, que me veía precisádo a decirles que no llorasen, para que me oyesen mejor. El día de san José regresé a Sari Felipe (el convento de Caracas); pero es para predicar en esta ciudad. Para la Semana Santa voy fuera a predicar · y confesar y, concluida, daré principio a otras misiones, que serán lejos de la capital , pero dentro de la República » (1). El 30 de marzo había predicado un sermón de Dolorosa en la iglesia de San Francisco de la capital y, aludiendo a los dolores de la Virgen, . dijo que uno de los más acerbos era la persecución que se hacía a _lél Igle- sia y a sus ministrós. . Bastó esta frase común y general para que estallase la mina de la per– secución. Penunciado ante el poder ejecutivo por delito de sedición contra el gobierno y autoridades constitu idas, fué procesado y puesto en prisiones con el asentimiento del gobierno y las cortes. Lr gente, consternada e ind-ignada, no cesaba de visitarlo y' le .asistía_pródigariwnte en todas sus necesidadés. · Fué sometido a dos interrogatorios de los jueces y a ambos contestó con la santa libertad con que lo hicieron los mártires al césar y san Pablo a Pesto.. · · Ei miedo a una nueva reclamación de España y a un levantamiento del pueblo detuvo . el. odio de aquellos políticos liberales , que no osaron pronundar sentencia contra el inocente misionero. . En est.o.do prerevolucionario lá República, sin esperanza de paz y te•• · miendo los capuchinos cada día una exclaustración violenta, determinaron · hacer una fundación en Cuba y fué comisionado el padre Esteban para gestionarla. No eran estos los designios de Dios, sino el abrirle un nuevo campo donde su palabra apostólica fuese aprovechada y rindiera en la paz ·mej,ores frutos . · , En enero de 1850 arribaba el padre Adoaih a La Habana y se pre"' sentó a _las autoridades para informarles de su misión. El proyecto fraca– só , a pesar de la benevolencia del obispo que llegó hasta designarle un viejo convento para la fundación . Pero después, por un mal entendido, en l. lb.. pp. 124 y s..

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