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56 LA OIVINA l'ASTORA Y BL BTO. DIBGO J. DI:! C. Otros memoria°les se halfán en el archivo episcopal, · informando al pi•elaclo sobre el proyecto de la iglesia y pidiéndofe su autorización para que pudieran comenzar las obras, la que, después de asesorado por su ca – bildo, concedió gustoso en honor de la Virgen y para testimoniar su afecto al venerable. Pero cuando las obras iban a comenzarse, bien meditando el asunto, se vió que aquel terreno era el blanco de )<,JS vendavales y que, en vez de atraer al público, lo ahuyentaría. Entonces pensaron el venerable y la junta vender el solar cedido, para con su precio comprar otro de mejores co_ndiciones, que se hallaba en la calle de Capuchinos. Para esta operación si nec,esitaba el permiso de la ciudad y nuevamente fué comisionado el pa- dre lsicloro para conseguirlo. . . Entonces escribió otro memorial a los regidores , exponiéndoles todo lo dicho y demandando la licencia para la venta, a lo que se le co;11testó: Que por su parte accedía la ciudad a la petición hecha, pero «coH 'la cualidad expresa de que por su parte se solicite la facultad y licencia del real conse– jo de Castilla que para ello se necesita » (1). El padre Isidoro. ni corto ni perezoso, y confiado en el afecto que le profesaba la real familia, mandó una exposición al monarca haciéndole re– lación del caso y solicitando su real licencia para vender el predio cedido. Poco tardó la contestación, en lo que se ve la gran estima que tenían los reyes del venerable, pues a las cinco semanas recibió un pliego de real orden, que dice: «Don Felipe por la gracia de Dios, etc. = Por cuanto fray Isidoro de Sevilla ... nos representó que deseoso de que María Santísima con el ternísi - 1110 titulo y traje de Pastora de las almas tuviese en la ciudad de Cádiz las veneraciones y cultos que en otras muchas ciudades de estos reinos, (el monarca hace después un relato de las gestiones del venerable con el mu– nicipio de Cádiz y copia los documentos cruzados entrambos, para con– cluir, ratificándolos y otorgando la gracia, y después añade): Mandamos al nuestro gobernador y ayuntamiento de la referida ciudad, y demás jue– ces yjusticias, ministros y personas a quienes tocare, los vean, guarden, ejecuten y cumplan, y hagan guardar, cumplir y ejecutar en todo y por to– do, según y como en ellos se contiene sin los contravenir... que así es nuestra voluntad, de lo cual mandamos y damos esta nuestra carta, sella– da con nuestro sello y librada por los. de nuestro consejo, ·en Madrid a 18 de abril de 1735» (2). El padre Isidoro presentó este documento con otro memorial suyo a la ciudad y el asunto quedó felizmente terminado (3). Pero ya la Cofradía por mediación de su protector el señor Rabasquiero, tenía comprado el so~r de la calle de Capuchinos , otorgada su escritura en el mes de febrero y el proyecto del edificio aprobado. Y tan impacientes eran sus ansias de levan– tar un templo a la Divina Pastora que antes de firmarse la escritura comen– zaron a abrir las zanjas de los cimientos y en 15 de febrero de 1735, el obispo bendecía solemnemente la primera piedra, estando presentes su deán y cabildo, el gobernador de Cádiz y los capitulares de la ciudad, la Cofradía, mucho gentío y el venerable padre Isidoro, que lloraría de júbilo l. lb., n. º 919, f. 19. - 2. lb., f. 191. - 3. lb., ff. 196 y 240.

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