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MISIONE S DE GUATEM,,LA Y DEL SALVADOll 769 El padre Ignacio de Cambrils (1804-77), si no contara entre sus gran– des méritos el heroísmo de conservar el hábito en los días azarosos de lá exclaustración, pasándolos por la serranía, siempre en peligro de muerte, más el haber sido lector prestantísimo, formando con su magisterio, espi~ ritual y científicamente; una generación de austeros capuchinos, apóstoles de la Divina Pastora, bastaría para que su nombre figure en nuestra his– toria el haber escrito el Cronicón de la misión de padres capuchinos en Centro -América, en cuyas págfoas se cuenta unü de los períodos más culminantes de la devoción a la Divina Pastorn, se cantan sus fiestas y milagros, el celo intrépido de ·sus apóstoles buscándole ovejas y la con– versión en masa de los pueblos misionados. Este librito de oro será siem– pre una lección elocuentísima para los misioneros capuchinos y para todos los devotos de la Divina Pastorn, donde pueden aprender el modo de amarla y de difundir su devoción por el mundo. El padre Cambrils repi te tantas veces el nombre bendito de la Pastora, que da la sensación de ser el hálito de su vída y un panal de miel que le endulzaba los sinsabores y acritudes ministeriales. El padre Lorenzo de Mataró (1793-866), fué guardián y comisario ge– neral en Guatemala y colonizador evangélico de los indios lacandones. Ex– pulsados los capuchinos de Guatemala, marchó al Panamá, haciendo inmenso fruto en aquel país y después se agregó a los misioneros del · Ecuador, de los que fué también su comisario (1). Tiene entre sus graneles méritos el haber sido un imitador del pedre Isidoro de Sevilla, portando siempre el estandarte y difundiendo la devo– ción de la Divina Pastora como divisa de su apostolado. El anior, que le profesaba, rezuma en su interesante epistolario familiar, donde se ve que goza y se recrea nombrándola y publicando sus cllltos y sus misericor– dias. Refiriéndose en una de sus cartas a la e.vangelización de los lacando– nes , escribe (1862) al arzobispo de Guatemala: «Desplegábamos en todas partes el ·estandarte de la Divina Pastora, les regalábamos y poníamos al cuello unos rosarios con algunas medallas y dejábamos en cada familia una estampa de la Divina Pastora »·(2). Díchas prácticas fueron norrúativas de esta misión americana, pues en sus Estatu:os particulares, aprobados por nuestro padre general, se or - . dena: «En el convento habrá una celda, con llave, que sirva de aposento para todo lo concerniente-a las santas misio'nes, donde s.e colocarán los estandartes y caja de misión. Ésta estará provista de un reloj , para cada una de las parejas misionarias, y también de libritos, rosarios, estampas, es decir, de cosas de devoción, proporcionadas según el estilo de nuestra Orden, para que los misioneros con debida moderación las expendan en el tiempo de la misión solamente~ (3). ¡Ordenación singular y edificante que fué práctica de nuestros conventos de Andalucía y de otras provincias, pero escrita, como Estatuto, sólo la hemos visto para la misión de Cen- tro-América. • Expulsado de Guatemala, pasó intrépido al Panamá acompañado de otros seis, entre ellos el padre Pedro de Llisá. El obispo los recibió como L-Ib., p. 23.6. - 2. Ib., p. 114. - 3. Ib., p. 244. 99 ..

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