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768 LA DIVINA PASTORA Y EL BTO. DIEGO J. DE C. principio, abrir el noviciado. Para subsanar los defectos de la fundación acudió el padre Francisco de Bossost al Romano Pontífice, el cual bonda – dosamente se dignó acceder a lo pedido por decreto de la Sagrada Con– gregación de obispos y regulares , en 21 de julio de 1854, añadiendo que el convento quedaba bajo la jurisdicción del padre general de la Orden y sujeto, ad quinquennium, a la corrección y visita del arzobispo de Guate– mala (1). El convento floreció como un colegio apostólico; la vida religiosa era de estrechísima obser vancia, émula de los tiempos primitivos ; de Ca– taluña llegabrn muchos exclaustrados, campeones de la virtud y de s¡_¡ amor al claustro, y no venían solos, les acompañaba una bandada de pa – lomas, jóvenes españoles que anhelaban vestir el hábito c 9 puchino y fueron olor de virtudes y gloria de la Orden. · La Divina Pastora bendecía esta misión para multiplicar sus rediles, porque de ella saldrán muchos pastores para renovar su devoción en El Salvador; y cuando fueren violentamente expulsados de Guatemala y de El Salvador por la masonerí:1, los llamará (1873) García Moreno a la Repú– blica ecuatoriana, de la que era presidente, y aquí permanecerán aunque éste sucumba martirizado por la revolución masónica. En estas tres misio– nes y en los pueblos donde.tenían que hacer alto a su peregrinación deja– ron tras sí , renovado y florecido, el culto de la Divina Pastora , para , al fin, verificar lo mismo en España durante el período de la restauración de las Ordenes religiosas. La prueba de toda esta síntesis se irá viendo por etapa, en lo que se diga ahora y en lo mucho que resta por decir. Consignaremos primeramente la solicitud con que acude la Divina Pastora para aumentar el :1úmero de zagales, que han de apacentar su nue– vo redil. A mediado del 1856 parten de Cataluña los padres Ignacio de Cam– brils , Lorenzo de Mataró, Pedro de Llissá de Munt y Buenaventura de Clariana (2). En el otoño se agregaba a la misión el venerable padre Es– teban de Adoain. La travesía de los primeros es una página pasloreña, que debe conocerse como hito glorioso de la devoción. El 1 de mayo, fiesta de la Ascensión del Señor, subieron a bordo de la fragata, Nueva Lauro, en el puerto de Barcelona. Con los misioneros iban seis jóvenes postulantes para el noviciado. Uno de los camarotes se convirtió en capilla y, en un altar, se entronizó la imagen de la Divina Pas– tora. Allí se celebraba la santa misa, dábase la comunión y se hacían los rezos, todo a horario y como si viviesen en un convento. El padre Cam– brils hasta daba conferencias espirituales a los futuros novicios y éstos rezaban el oficio parvo ante la dicha imagen. Como era el me:s de las flo– res se lo hicieron a la Divi na Pastora y , al terminar , con motivo de su fies – ta, le celebraron una novena solemne, que acabó con el fin del viaje, 14 de junio , en que pisaron la tierra de los caribes. La feliz travesía , sin contra– tiempos, fué atribuida por '. os misioneros a la protección de la Divina Pas– tora (3). · l. Ib., pp. 38-40, donde están las preces y el decreto. - 2. Para completar la biografla de los capuchinos catalanes de esta misión véa se P. A. de Palma de M., Ico NOGRAf ÍA CAPU• Cl{[NA ... , Esruors fRANCISCANs , 1923 y s . - 3. CRONICÓN c., pp. 47-49.
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