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754 LA DIVINA PASTOl?A Y EL BTO. DIEGO J. DE C. definidor provincial y custodio general, y murió santamente en el convento de Masamagrell en 1895 (1). Recordaremos también al padre Ambrosio de Benaguacil (1802-80), a quien sorprende la exclaustración jovencito y recien profeso, pero estaba adornado de tantas virtudes y era tan aquilatada su vocación, que al abandonar el claustro sigue en el mundo observando la Regla seráfica y la austeridad capuchina. Ingresó en el seminario de Valencia y, ordenado de sacerdote, puso su afán en consagrarse al ministerio de la predicación como los viejos ca– puchinos. Su oratoria resultaba muy desagradable, porque, según u:10s, padecía de tartamudez y, según otros, era tardo y escaso de palabra, lo que le afligía sobre manera, porque molestaba a sus auditorios menguan– do el fruto de las almas.·En esta tribulación acudió a la Divina Pastora prometiéndole que, si le curaba de este impedimento, la nombraría y saca– ría en todos sus sermones. Y la Virgen se lo quitó, y él cumplió su pro– mesa (2). El padre Benaguacil , desde entonces, fué predicador muy lucido y un misionero incansable a quien deben los pueblos de Valencia, en parte, la conservación de su_ fe y la conversión de muchas almas ; Fiel al voto que hizo a la Divina Pastora, buscaba ingeniosamente la manera propicia de nombrarla y enaltecer sus excelencias en todas sus .predicaciones, propagando así su devoción al estilo de los grandes após– toles . Fundó una Congregación de religiosas terciarias capuchinas, a las que impuso Constituciones muy severas. En una .expedición que hizo a la Guinea española las llevó consigo para que le ayudasen a sembrar la fe entre aquellos infieles. Vuelto a España, se alistó como capellán del ejér– cito carlista en el reino de Valencia. Con sus exhortaciones levantaba el espíritu cristiano de los héroes de la tradición y asistía con suma caridad a los enfermos y moribundos, particularmente en el hospital de Chelva. Perdida la causa en Levante, marchó al Norte siguiendo a las tropas en su asistencia espiritual. Sus monjitas, viéndose sin su padre fundador, único que las unía y guiaba, determinaron marcharse cada una a su casa (3). En el 1852, un exclaustrado capuchino de la provincia de Navarra, de egregias virtudes y muerto en olor de santidad, llamado el padre Fidel de Vera, marchó a Roma a pies descalzos , y se presentó a Pío IX suplicándo– le que lo autorizara para fundar un convento en Bayona (Francia), donde pudieran recogerse muchos exclaustrados españoles que así lo deseaban . El Papa oyó benignamente la súplica y le dijo: «No te limites a recibir a los padres exclaustrados con los que , a su edad, nada podrás hacer. Es– tablece noviciado y admite los jóvenes espafÍoles que se te presenten > (4). El convento de Bayona fué una escuela de santidad y la cuna de mu– chos restauradores de la Orden en España, algunos fueron preconizados l . P. E. de Valencia, NEcRoLOGIO c., p. 216, de donde tomamos algunos datqs de esta biografía Otras noticias son de cartas particulares que conservamos - 2. Ib., p. 299 et id. - 3. AurnBIOGRAFía del excmo. padre Luis Amigó y Ferrer, O. M. C., obispo de Segorbe, pp. 39 y s. - 4 Ib., p· 34.

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